Brasilia (Jueves, 19-02-2015, Gaudium Press) Durante el período de la Cuaresma, la Iglesia en Brasil inició este Miércoles de Cenizas, 18 de febrero, la Campaña de la Fraternidad 2015.
Sabiendo de esta iniciativa, el Papa Francisco dirigió un mensaje a los fieles brasileños solicitando que cada persona haga un examen de conciencia sobre su empeño «concreto y efectivo» en la construcción de una sociedad más justa, fraterna y pacífica.
Según el Papa Francisco, de hecho la Iglesia, como «comunidad congregada por aquellos que, creyendo, vuelven su mirada a Jesús, autor de la salvación y principio de la unidad» (Const. Dogmática Lumen gentium, 3), no puede ser indiferente a las necesidades de aquellos que están a su alrededor, pues, «las alegrías y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de hoy, sobretodo de los pobres y de todos los que sufren, son también las alegrías y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los discípulos de Cristo» (Const. Pastoral Gaudium et spes, 1)».
La Campaña de la Fraternidad, prosiguió, «quiere ayudar a profundizar, a la luz del Evangelio, el diálogo y la colaboración entre la Iglesia y la Sociedad», como «servicio de edificación del Reino de Dios, en el corazón y en la vida del pueblo brasileño».
Además, conforme al Papa, de modo concreto, «es preciso ayudar a aquellos que son más pobres y necesitados».
«Acordémonos que ‘cada cristiano y cada comunidad son llamados a ser instrumentos de Dios al servicio de la liberación y promoción de los pobres, para que puedan integrarse plenamente en la sociedad; esto supone estar dócilmente atentos, para oír el clamor del pobre y socorrerlo’ (Exort. Apost. Evangelii gaudium, 187) (…) Así, examinemos la consciencia sobre el compromiso concreto y efectivo de cada uno en la construcción de una sociedad más justa, fraterna y pacífica».
Al final de su mensaje, el Santo Padre dice que hace votos para «que el camino cuaresmal de este año, a la luz de las propuestas de la Campaña de la Fraternidad, predisponga los corazones para la vida nueva que Cristo nos ofrece, y que la fuerza transformadora que brota de su Resurrección alcance a todos en su dimensión personal, familiar, social y cultural y fortalezca en cada corazón sentimientos de fraternidad y de viva cooperación».
«A todos y a cada uno, por la intercesión de Nuestra Señora Aparecida, envío de todo corazón la Bendición Apostólica, pidiendo que nunca dejen de rezar por mi», concluyó. (LMI)
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