sábado, 23 de noviembre de 2024
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El ejemplo de San Elías en las reflexiones del retiro del Papa

Ciudad del Vaticano (Miércoles, 25-02-2015, Gaudium Press) En el segundo día del Retiro Espiritual hecho por el Papa Francisco, que tuvo como tema: «Servidores y profetas de Dios vivo», el predicador carmelita, Padre Bruno Secondin, propuso una reflexión bíblica, basada en la lectura pastoral del profeta Elías.

Como es sabido, el Papa Francisco y sus más íntimos colaboradores de la Curia Romana, están participando de una semana de Ejercicios Espirituales en la Casa Divino Maestro, de los Padres Paulinos, en Ariccia, a pocos kilómetros de Roma.

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Imagen del Profeta Elías, Carmelitas de Sevilla

La narración del libro de los Reyes (17, 1-17) que tiene como protagonista al profeta Elías, inspiró al Padre carmelita a proponer un serio examen de conciencia personal, con base en la Palabra de Dios, buscando sumergir al discípulo del Señor en esta gran fuente de riqueza.

En la introducción de la reflexión, el predicador recomendó «salir de la propia aldea» y frecuentar la «escuela de la misericordia» como el profeta Elías.

El Padre Secondin explicó que las meditaciones no pretenden seguir un orden cronológico, sino los grandes escenarios de la Escritura, proponiendo una «lectura pastoral y sapiencial» de las vicisitudes de Elías Tesbita. Es él un profeta que camina y no se detiene en un lugar fijo, un hombre en continuo movimiento, un óptimo compañero de viaje, que pasa por experiencias de purificación personal.

Para que la misión de Elías fuese mejor comprendida, el Padre Bruno afirmó que es necesario conocer el contexto histórico que lo circundó.

Elías vivía en una región alejada, distante, con múltiples dificultades y poco bienestar. La fe era vivida en el marco de una religiosidad tradicional. Él tiene, entonces, una reacción delante de una nueva realidad que se le presenta llena de «depravación religiosa y social»: comercial, militar y agrícola, que producían bienestar, al punto de causar vértigo, favoreciendo el surgimiento y presencia de nuevos dioses, que causaban transtornos en la vida del pueblo.

En este estado de confusión moral y de pérdida de identidad, el verdadero Dios pasó a ser considerado bueno apenas por las personas ignorantes. Por eso, Elías, por iniciativa propia, reacciona duramente y amenaza. Todo por su propia cuenta y no por orden de Dios.

El Padre Bruno comenta que el objetivo de Elías era hacer que el amor de Dios, la confianza en él, fuese el centro de su existencia. Fue por eso que Dios pide al profeta el desapego de sus planes personales, para que aprendiese a obedecer y a oír a Dios, dejándolo actuar libremente.

El predicador carmelita llegó al final de su meditación invitando a los presentes a un serio examen de conciencia, con base en el comportamiento de Elías: ¿Será que, algunas veces, perdí la paciencia? ¿Hablé claro o detrás de los bastidores, murmurando y alimentando conversas fútiles? ¿Me comporto con sobriedad sana y serena? ¿Me dejo arrastrar por el consumo desenfrenado en la vida, por las cosas que me circundan, por el modo de vestirme?

¿Me desanimé? ¿Me gusta estar en el centro de las atenciones y de las honras? ¿Tengo confianza en la Providencia o soy fanático en programar todo y esperar los resultados?

Dentro de esa relación de actitudes, consideradas verdaderas idolatrías, el Padre Bruno además alertó a los presentes para que no caigan en la tentación de querer mezclar todo, creando una religiosidad «confusa y sincretista». (JSG)

De la Redacción de Gaudium Press, con informaciones de la Radio Vaticana

 

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