Córdoba (Miércoles, 25-02-2015, Gaudium Press) Ha sido presentada ante la Congregación para las Causas de los Santos la petición de dos peritajes «ex oficio» para valorar uno de los presuntos milagros atribuidos a la intercesión del venerable padre José León Torres, sacerdote de la Orden de la Merced que realizó su apostolado a finales del S. XIX e inicios del XX en Argentina.
El Padre Pablo B. Ordoñe, que además de Superior General de la Orden de la Merced es el vicepostulador de la causa del Fraile Argentino, señaló que esos peritajes «fueron concedidos por la Congregación y se realizarán próximamente con peritos médicos romanos y bajo su dirección».
El Fraile Superior de los mercedarios también pidió que se continuasen las oraciones por la glorificación del Padre Torres. Recordó además que el rezo de la Salve con los brazos en cruz era una oración muy querida por el Venerable -especialmente en «los momentos difíciles de la vida, de la salud o del espíritu»- y convocó a quienes sintieran esa inspiración, a que la imitasen para alcanzar las gracias para su beatificación.
El Venerable Fray José León Torres
Reproducimos a continuación la reseña biográfica del Padre Torres realizada por elsa Lorence de Llaneza:
Al oeste de la Sierra Grande de Córdoba, está el pueblo de Luyaba, situado entre Villa Dolores y Cura Brochero. Aquí, en Luyaba, nace el Padre José León Torres el 19 de Marzo de 1849.
A los catorce años, José sintió nacer el deseo de trabajar por el Reino de Dios y llama a las puertas del convento mercedario de Córdoba. En este convento, José se prepara en estudios humanísticos, noviciado, profesión simple y solemne, estudios filosóficos y teológicos y el sacerdocio.
El 27 de Abril de 1873, el Padre José fue ordenado sacerdote. A lo largo de toda la vida fue un generoso, entusiasta y alegre servidor de la Orden de la Merced.
He aquí, en apretada síntesis, su foja de servicios: Maestro de novicios; catedrático de teología, para preparar a los jóvenes al sacerdocio; capellán de la Cofradía de la Merced; muy a menudo vicario provincial y superior provincial; visitador de los demás conventos; recuperador de otros conventos perdidos durante las turbulencias y convulsiones político-sociales; restaurador de iglesias; fundador de nuevos conventos; consejero en el estudio y aprobación de las nuevas constituciones, favorecedor de la Revista Mercedaria; vicario general; asesor en el Sínodo Diocesano y fundador del Instituto de las Hermanas Mercedarias…
En sus giras de superior y visitador de conventos, el padre se decía: «¡Qué lindo sería sí, junto con los Hermanos, hubiera Hermanas Mercedarias! ¡Qué exquisitas colaboradoras serían en la viña del Señor! ¡Cuánto bien harían a la juventud y a las familias en las escuelas, patronatos, oratorios, cursos y cursillos, retiros y orientaciones vocacionales!».
Celebrando la Misa en la conmemoración de los 14 años de su primera Misa José, siente la inspiración de la fundación y el 1 de Octubre de 1887, nace el Instituto de las Hermanas Mercedarias del niño Jesús. Dos años después, gracias a la donación de un terreno en el barrio de Alta Córdoba, se comienza a proyectar lo que sería la gran Casa Madre.
En Córdoba el padre José, además de sus cargos de Superior, fue el confesor ordinario de varias comunidades, en particular del Monasterio de Santa Catalina, en el que vivía sor Leonor de Santa María Ocampo a la cual, el Padre, le ordenó que escribiera sus memorias para conocer más a fondo sus visiones y sus ansias de santidad.
Fue ella la que le confirma al Padre -después de su inspiración y cuando nadie sabía de ella-, que fundaría la congregación de las Hermanas Mercedarias al tener la siguiente visión: «Ve al Padre José junto a la Madre Santísima de la Merced, dando de comer a diez palomitas blancas (precisamente el número de las religiosas fundadoras).
En el año 1930, la salud del Padre se agrava notablemente. El 7 de diciembre recibe los Santos Sacramentos. Al conocer la gravedad de su estado, sus sentimientos se vuelven oraciones de confianza y humildad. El 15 de diciembre, entrega su espíritu en las manos del Señor.
Escribe la Hermana Cristina Achábal: «Nos atrevemos a llamar al padre José un Santo para tiempos difíciles. Porque vivió en una Argentina en crisis, profesó en una orden en crisis, fundó una Congregación en una Córdoba en crisis. Pero, curiosamente, nadie predicó menos que él sobre la crisis, y pocos trabajaron tanto como él para superarla, porque fue un trabajador incansable.
Con información de Aica
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