Ciudad del Vaticano (Martes, 03-03-2015, Gaudium Press) Entre los santos fingidos, esos que se preocupan más por aparentar virtud que por practicarla de verdad, y los pecadores que sí se han santificado -estos que más allá del mal hecho, han aprendido a ‘hacer’ un bien más grande- no hay duda de a cuáles de ellos prefiere Dios. Ese fue el eje central de la homilía del Papa esta mañana en la Casa Santa Marta.
El bien hay que practicarlo verdaderamente y no en apariencia, tal como indica el profeta Isaías, cuyas palabras en la lectura de hoy son -según declara el Pontífice- un imperativo y al mismo tiempo una ‘invitación’, que proviene del Creador: ‘Dejen de hacer el mal, aprendan a hacer el bien’, defendiendo a los huérfanos y a las viudas, es decir, ‘aquellos que nadie recuerda’ «.
Foto: Radio Vaticano |
Detrás de ese mandato a la práctica del bien siempre hay una llamada a la conversión: «Pero ¿cómo puedo convertirme? ¡Aprendan a hacer el bien! La conversión. La suciedad del corazón no se quita como se quita una mancha: vamos a la tintorería y salimos limpios… Se quita con el ‘hacer’, tomando un camino distinto, otro camino que no sea el del mal. ¡Aprendan a hacer el bien! Es decir el camino del hacer el bien. Y ¿cómo hago el bien? ¡Es simple! ‘Busquen la justicia, socorran al oprimido, brinden justicia al huérfano, defiendan la causa de la viuda’ «.
A quien se esfuerza en la práctica del bien, Dios promete un corazón limpio, perdonado: «Si haces esto, si vienes por este camino, al que te invito – nos dice el Señor – ‘aunque sus pecados fueran color escarlata, ustedes se volverán blancos como la nieve’. Es una exageración, el Señor exagera: ¡pero es la verdad! El Señor nos da el don de su perdón. El Señor perdona generosamente. Pero, yo perdono hasta aquí, después veremos… ¡No, no! ¡El Señor perdona siempre todo! ¡Todo! Pero, si quieres ser perdonado, debes empezar por el camino del hacer el bien. ¡Éste es el don!».
«En la segunda semana de Cuaresma hay estas tres palabras para pensar, meditar: la invitación a la conversión, el don que nos dará el Señor – es decir un don grande, un perdón grande, y la trampa. Es decir fingir que nos convertimos, pero tomar el camino de la hipocresía'», concluyó el Papa.
Con información de Radio Vaticano
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