Cornélio Procópio (Miércoles, 04-03-2015, Gaudium Press) Mons. Manoel João Francisco, Obispo de la diócesis de Cornélio Procópio, en Brasil, escribió el artículo «Abraham, modelo de fe», en que afirma que en el último domingo, segundo de la Cuaresma, la liturgia colocó delante de nosotros la figura de Abraham, que no duda en sacrificar su hijo único para demostrar su fe y su amor a Dios.
El Prelado recuerda que en diversos pasajes de la Biblia Abraham es presentado como padre de los creyentes y modelo de fe. «Abraham tuvo fe en Dios, y esto le fue llevado en cuenta de justicia, y el fue llamado amigo de Dios» (Tg 2,23; Hb 11,8-12; Gl 3,6-9; Rm 4,1-5.13-25).
Él además afirma que, conforme la Biblia, Dios, al llamar a Abraham, le hizo una gran promesa: «Haré de ti un gran pueblo. Yo te daré mi bendición: ¡haré tu nombre tan famoso, que él será una fuente de bendición! ¡Daré mi bendición a los que te bendigan y mi maldición a los que te maldigan! En tu nombre serán bendecidos todos los pueblos de la tierra» (Gn 12,2-3); «Por la fe nosotros nos tornamos descendientes de Abraham y como tales herederos de la bendición de la promesa» (Gl 3, 6.14).
Según el Obispo, la Cuaresma es el período en que somos llamados a reasumir nuestra vida de cristianos y de cristianas, o sea, volver a la fuente bautismal donde, recibiendo el Espíritu Santo, nacemos por la fe y para la fe, nos tornamos hijos e hijas de Dios, y pasamos a hacer parte del Pueblo de la promesa.
«En efecto, vosotros todos sois hijos de Dios, por la fe en Cristo Jesús. Vosotros todos que fuisteis bautizados en Cristo vosotros os revestisteis de Cristo. No hay más judío o griego, esclavo o libre, hombre o mujer, pues todos vosotros sois uno solo, en Cristo Jesús. Siendo de Cristo, sois, entonces, descendencia de Abraham, herederos según la promesa» (Gl 3,26-29).
Para Mons. Manoel, hacer memoria de Abraham, durante la Cuaresma, tiene una intención pedagógica: es una invitación a imitarlo. Él explica que así como Abraham, delante de la promesa divina no flaqueó ni vaciló, sino que se revigoró en la fe y esperó contra toda esperanza, nosotros también somos llamados a creer y confiar, aunque, con frecuencia, las circunstancias de la vida no nos parezcan favorables.
«Como Abraham por la fe, sabemos que nada depende de nosotros, ni de nuestras obras, pero todo viene de Dios. Sin Dios nada somos, nada podemos. En Dios y con Dios todo concurre para nuestro bien y todo nos es favorable», completa.
Por fin, el Prelado recuerda que en la escena del sacrificio de Isaac, la fe de Abraham pasa por una prueba de fuego, pues, como afirma la carta a los Hebreos, Abraham precisó creer que Dios tenía poder de hasta resucitar a los muertos (Hb 11,19) y no fue decepcionado, pues Dios se reveló como Dios de la vida, mostrando que sacrificios humanos no son de su agrado (Dt 12,29-31; Jr 7,31).
«En este tiempo de la Cuaresma en que somos invitados a salir de nosotros mismos y volvernos hacia Dios, es preciso tener delante de los ojos el ejemplo de Abraham que fue fuente de bendición para todos porque tuvo el coraje de poner su seguridad solamente en Dios y esperar contra toda esperanza», concluyó. (FB)
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