Ciudad del Vaticano (Martes, 10-03-2015, Gaudium Press) En la homilía realizada ayer, el Papa Francisco resaltó el trecho del Evangelio que trata de la reprensión que Jesús hace a los habitantes de Nazaret por su falta de fe: primero oyen con admiración, pero, después explotan «la ira y la indignación».
«En aquel momento», dijo el Papa en la Misa en la Casa Santa Marta, «entre las personas que oían con placer lo que Jesús decía, a uno, dos o tres no gustó lo que él dijo, y un hablador se levantó y afirmó: ‘¿Pero de qué esta persona está hablando? ¿Dónde estudió para decirnos esas cosas? ¡Qué nos muestre el diploma! ¿En cuál Universidad estudió? Él es el hijo del carpintero y lo conocemos bien». «Y lo expulsaron de la ciudad y lo condujeron hasta la cumbre de la colina». Y querían lanzarlo allá de la cima»: Furia y también la violencia.
Otra lectura del día, la primera, trata de la actitud del leproso Naamã, comandante del ejército sirio. Él se indigna con el Profeta Eliseo que le recomendó bañarse siete veces en el Jordán para ser curado. El quería un gesto espectacular y no una recomendación simple: quedó indignado por eso.
Francisco comentó que tanto los habitantes de Nazaret, cuanto Naamán «querían un show», pero «el estilo del buen Dios no es dar show: Dios actúa en la humildad, en el silencio, en las cosas pequeñas». Y eso se ve en «toda la historia de la salvación», a partir de la Creación, donde el Señor no tomó «la varita mágica», sino creó el hombre «con el barro»:
«Cuando él quiso liberar a su pueblo, lo liberó por la fe y la confianza de un hombre, Moisés. Cuando él quiso hacer caer la poderosa ciudad de Jericó, él lo hizo a través de una mujer de mala vida. También para la conversión de los samaritanos, pidió el trabajo de otra pecadora. Cuando Él envió a David a luchar contra Goliat, parecía locura: el pequeño David delante del gigante, que tenía una espada, tenía muchas cosas, y David apenas una funda y piedras. Cuando dijo a los Magos, que había nacido el Rey, el Gran Rey, ¿qué ellos encuentran? Una criatura, un pesebre. Las cosas simples, la humildad de Dios, este es el estilo divino, jamás un show».
El Papa Francisco encierra sus palabras enseñando que «nos hará bien en esta Cuaresma pensar en nuestras vidas, en cómo el Señor nos ayudó, cómo el Señor nos hizo seguir para adelante. Vamos a descubrir que él hizo eso con cosas simples»:
«Así actúa el Señor: hace las cosas de forma simple. Nos habla silenciosamente al corazón. Recordamos en nuestra vida las muchas veces que oímos esas cosas: la humildad de Dios es su estilo; la simplicidad de Dios es su estilo. Y también en la liturgia, en los sacramentos, que bonito es que se manifieste la humildad de Dios y no el show mundano. Nos hará bien recorrer nuestra vida y pensar en las muchas veces en que el Señor nos visitó con su gracia, y siempre con ese estilo humilde, el estilo que también Él nos pide tener: la humildad». (JSG)
De la redacción, con informaciones de la Radio Vaticana
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