viernes, 22 de noviembre de 2024
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La imaginación, la "matriz de idealización" y la mística

Redacción (Martes, 10-03-2015, Gaudium Press) Grande es el poder de la imaginación. Ella por veces es la loca de la casa, cuando corre suelta en su energía; pero puede ser un instrumento muy útil en las manos de quien la sepa usar para buscar la perfección.

Nos recuerdan Aranguren y Yepes Stork [1] que es la imaginación «el archivo de las percepciones», es decir el receptáculo de aquello que ha entrado a través de nuestros sentidos y que ha sido unificado por el espíritu. La imaginación, pues, puede «puede reproducir objetos percibidos (imaginar un caballo o un hombre) y elaborar nuevas síntesis sensoriales no percibidas, sino puramente imaginadas (imaginar un centauro)».

A la par de la imaginación, que es una de las funciones sensitivas según la antropología clásica, existe algo que Plinio Corrêa de Oliveira llamaba de «matriz de idealización», que no sabríamos ubicar tan fácilmente en la clasificación que los autores de filosofía escolástica hacen de las potencialidades del alma, pero que es ciertamente una función apetitiva, un apetito, un deseo de un bien, una aspiración muy real y muy profunda.

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Una iglesia aún más linda…

Iglesia Nuestra Señora de Montreal, Quebec, Canadá

Decimos que no sabríamos identificar ese elemento con algo de la enumeración clásica (tal vez por simple incapacidad nuestra), porque esta «matriz» no es la mera voluntad, no es simplemente la apetencia del bien, incluso del bien infinito. Si bien esa «matriz» sí busca un bien, ese bien que apetece es un bien tangible más perfecto, procurado a partir de aquello que ha guardado la imaginación, y por tanto tiene su fundamento en elementos sensibles recogidos por la imaginación, por los sentidos.

La «matriz de idealización» busca un Castillo más perfecto a partir de los castillos que la persona ya ha observado. Esta matriz ansía -por ejemplo- una Iglesia más linda, más luminosa, más elevada, partiendo de las varias que la persona ya ha conocido. Tal «matriz» desea aquel Gesto que sea más noble y elegante que todos aquellos que ya ha contemplado; una Virtud más brillante de las que ha visto en las personas virtuosas con las que ha departido; anhela un Guacamayo más rojo y más multicolor que esos con los que se ha deleitado.

Ocurre que la «matriz de idealización» ‘funciona’ de forma análoga a los primeros principios del espíritu humano, que no se manifiestan sino hasta cuando entran en contacto con la realidad. Igual con esta «matriz», que precisa del contacto con la realidad para revelarse y comenzar su proceso de idealización.

Entretanto -y aquí abandonamos el terreno de la mera naturaleza y nos adentramos en el de la gracia, en el plano sobrenatural- cuando tomamos contacto con ciertas realidades, especialmente con algunas relucientemente bellas aunque no necesariamente, por veces sentimos un regocijo especial que tiene todas las características de los efectos de la acción de Dios en las almas, de la actuación de los dones del Espíritu Santo en nosotros. Es Dios mostrándonos a partir de una realidad creada, un atributo que en su Ser Inefable tiene raíz y valor infinito. Un Absoluto.

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Un guacamayo aún más rojo…

Guacamayos en Foz do Iguaçu, Brasil

La Matriz de Idealización es perfectamente atendida cuando encuentra un Absoluto. Para intentar una definición, Absoluto sería una manifestación sobrenatural de la Esencia Divina a partir de una realidad creada, comúnmente las más bellas.

En presencia del Absoluto -v. gr. de un maravilloso atardecer en una isla casi desierta, que nos ‘habla’ y hace ‘degustar’ al alma, por ejemplo, de la dulzura de Dios- la Matriz de Idealización puede tener la tentación de los Apóstoles del Monte Tabor, de querer armar tres tiendas para permanecer ahí durante toda la eternidad… tanta es la comunicación con Dios que así se siente.

En el contacto con esos Absolutos el ser humano siente una ternura que no cabe en palabras, un descanso profundo: era eso lo que él tanto ansiaba.

Las anteriores son meras disquisiciones elucubrativas, a la espera de profundizaciones, especificaciones o correcciones. Pero creemos firmemente, que quien cultiva los movimientos de su «Matriz de Idealización» y escucha la voz de Dios que llega en el contacto con los Absolutos, mucho puede progresar. En todo sentido.

Por Saúl Castiblanco

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[1] Yepes Stork, Ricardo. Aranguren Echevarría, Javier. Fundamentos de Antropología – Un ideal de la excelencia humana. 6ta. Edición. EUNSA. 2003. Barañáin (Navarra).

 

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