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Obispo de Niigata, en Japón, quiere sacar de las páginas de la historia a los "católicos escondidos"

Niigata (Jueves, 12-03-2015, Gaudim Press) Mons. Tarcísio Isao Kikuchi, Obispo de Niigata, en Japón, afirmó que la fe de los «kakure Kirishitan», los llamados «cristianos escondidos» del Japón, «debe salir de los libros de historia».

La Iglesia de Japón está trabajando para tornarlos testimonios vivos, capaces de motivar a los católicos de hoy. Sin embargo, las dificultades son muchas: aquí es difícil hablar de religión, de cualquier religión, pero, precisamente por eso, tenemos que trabajar más teniendo en vista a nuestros predecesores».

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En otras palabras, el Obispo de Niigata desea que el testimonio dado por los «kakure Kirishitan», sea ejemplo de fe e incentivo para que los japoneses de hoy lleven con altivez la fe católica.

Mons. Tarcisio Isao Kikuchi hizo estos comentarios pocos días antes del inicio de las celebraciones que la Iglesia del Japón dedica a los «cristianos escondidos».

Los festejos se inician el día 14 y se prolonga hasta el 17 de marzo, cuando estarán siendo conmemorados 250 años de la salida de los católicos japoneses de la clandestinidad.

Los primeros católicos japoneses fueron convertidos en el siglo XVI. Una cruel persecución los hizo vivir en una total clandestinidad por cerca de dos siglos y los miembros de la comunidad cristiana subterránea del Japón -los «kakure Kirishitan»- se mantuvieron fieles a la Iglesia, a pesar de todo.

Un verdadero milagro de perseverancia, pues su Fe perseveró a pesar de la total ausencia de iglesias, misioneros, sacerdotes, libertad de culto o práctica religiosa. Fue solo después de la inauguración de la Iglesia de Oura (cerca de Nagasaki), concedida por el gobierno de Tokio a los misioneros franceses, que los «kakure Kirishitan» se tornaron conocidos y su existencia se volvió pública.

En cuanto rezaba dentro de la iglesia, el 17 de marzo de 1865, el P. Petitjean -(misionero de las Misiones Extranjeras Pontificias), más tarde el primer obispo de Nagasaki- fue visitado por un pequeño grupo de campesinos del lugar. Ellos llegaron respetuosamente y le preguntaron si «era posible saludar a Jesús y María.» Después de la sorpresa, P. Petitjean pidió que ellos dijesen quienes eran.
La historia vino a la luz: una comunidad cristiana numerosa, fiel a Roma, sobrevivía y estaba todavía presente en el país, desde las persecuciones del año 1500.

Un testimonio, sin duda admirable, que el obispo Mons. Tarcisio Isao Kikuchi desea que salga de las páginas de la historia y se personifique en los católicos japoneses de hoy para que ellos también sean testimonios vibrantes y firmes de la fe católica y herederos vivos de lo que sus antepasados cristianos les dejaron.

Según Mons. Kikuchi «lo que ocurrió en Nagasaki tiene gran importancia para todos nosotros. Pero, para ser justos, debemos decir que los japoneses, también los católicos, creen que, de cierta forma, el hecho sea fruto precisamente de esta región, hace mucho tiempo considerada ‘cristiana’ «.

«La mayoría de los católicos japoneses rinde homenaje con amor a esos cristianos escondidos que superaron dos siglos y medio de persecuciones sin dejar la fe, pero no se sienten ligados a ellos».

«Es por eso que estamos procurando, como obispos, ir más allá de la historia».

Para que eso suceda, una gran ayuda viene de las obras sociales católicas: «Gracias a ellas, a través del voluntariado, conseguimos mostrar nuestros valores de forma saludable. El terrible terremoto y el tsunami que alcanzaron al país cuatro años atrás provocaron muchas tragedias, y aquello que hicimos y continuamos haciendo con la Caritas en las áreas afectadas ha impresionado mucho a las personas. Es el testimonio vivo y real, que penetra en el corazón de los japoneses».

Precisamente las víctimas de esta tragedia serán recordadas en las oraciones de las «24 horas para el Señor», el día de oración proclamado por el Papa Francisco en su Mensaje para la Cuaresma del año 2015, que tendrá lugar en todo el mundo:

«En mi diócesis decidimos marcar este día con la adoración y la confesión. Pero el punto principal está relacionado al cuarto aniversario del tsunami: rezaremos por la paz de las almas de aquellos que murieron, por el bienestar de los sobrevivientes y rehabilitación de las áreas afectadas», afirmó el obispo que también preside la Caritas japonesa. (JSG)

De la redacción de Gaudium Press, con informaciones de la Radio Vaticana

 

 

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