Ciudad del Vaticano (Jueves, 12-03-2015, Gaudium Press) En la audiencia que esta mañana concedió el Pontífice a los obispos de Corea del Sur en visita Ad Limina, el Santo Padre recordó su reciente visita al país, además de alentar a la incipiente comunidad católica en Mongolia.
En el discurso entregado a los obispos, el Papa afirmó que tuvo como intención fundamental en su visita a Corea «confirmar a los hermanos en la fe».
Foto: Rome Reports |
Recordando el ejemplo del beato Paul Yun Ji-chung y sus compañeros mártires -a quienes él beatificó en la península, el Pontífice indicó que su caridad hacia Dios y los hermanos es una «lección se puede aplicar especialmente en nuestros tiempos, cuando, a pesar de los muchos avances en la tecnología y la comunicación, las personas están cada vez más aisladas y las comunidades se debilitan. ¡Qué importante es, entonces, vuestra tarea con los sacerdotes, religiosos y religiosas, y líderes laicos de vuestras diócesis, para asegurar que las parroquias, escuelas y centros de apostolado sean auténticos lugares de encuentro!: El encuentro con el Señor, que nos enseña cómo amar y que nos abre los ojos a la dignidad de toda persona, y el encuentro con los otros, especialmente los pobres, los ancianos, los olvidados en medio de nosotros».
El Papa también tuvo una palabra especial para los jóvenes coreanos, particularmente aquellos que «desean vivamente continuar la herencia de sus antepasados».
«El hablar con los jóvenes, nos reta a compartir la verdad de Jesucristo con claridad y de una manera que ellos puedan entender. También pone a prueba la autenticidad y la fidelidad de nuestra fe. Aunque es Cristo a quien predicamos y no a nosotros mismos, estamos llamados a ser un ejemplo para el pueblo de Dios con el fin de atraer a la gente hacia Él… A la hora de reflexionar sobre la vida de vuestras diócesis, y a formular y revisar vuestros planes pastorales, os exhorto a mirar a los jóvenes a quien servís. Vedlos como aliados en la construcción de una Iglesia más santa, más misionera y humilde, una Iglesia que ama y adora a Dios, tratando de servir a los pobres, los solitarios, los enfermos y los marginados», expresó el Pontífice.
El Pontífice concluyó sus palabras invitando a los prelados a ser «servidores, así como Cristo vino a servir y no a ser servido».
Con información de Radio Vaticano
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