Ginebra (Domingo, 15-03-2015, Gaudium Press) Una declaración conjunta que llama la atención sobre la situación de derechos humanos de los cristianos y otras comunidades en Medio Oriente fue emitida por la Santa Sede, Líbano y la Federación Rusa en la Sesión 28 del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas y respaldada por más de 50 países. El texto describe de forma general los ataques y amenazas que padecen los habitantes de varias regiones de Medio Oriente, particularmente los cristianos, a manos de grupos extremistas y pide a la comunidad internacional compromiso en favor de la libertad religiosa y demás derechos vulnerados durante esta grave crisis.
Mons. Silvano Tomasi, Observador Permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas en Ginebra. Foto, UN Geneva. |
«El Medio Oriente está viviendo una situación de inestabilidad y conflicto que se ha agravado recientemente», denuncia la declaración conjunta, presentada por el Observador Permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas en Ginebra, Mons. Silvano Tomasi. El texto señala la «profunda preocupación» por diversas comunidades afectadas por la acción de grupos extremistas. «Los cristianos son ahora especialmente afectados. En estos días incluso su supervivencia está en duda».
Tras citar las numerosas dificultades que padecen los habitantes de las regiones bajo control de los terroristas y los graves riesgos y atentados registrados, la declaración llama la atención sobre los ataques contra objetivos religiosos cristianos como templos y comunidades. Esto contrasta notablemente con el aporte de las comunidades cristianas en la historia de la región «donde la cristiandad tiene su pleno lugar y donde comenzó su larga historia». La Santa Sede también recordó que «las contribuciones positivas de los cristianos en los diferentes países y sociedades del Medio Oriente son bien conocidas y creativas».
«Confiamos que los gobiernos, todos los líderes civiles y religiosos del Medio Oriente, se unirán a nosotros en abordar esta situación alarmante construyendo juntos una cultura de coexistencia pacífica», expresa el texto, que recuerda que esta es una condición necesaria para la paz y el desarrollo de la región. Las naciones firmantes respaldan el deseo de la construcción de una sociedad saludable y armónica que garantice los derechos fundamentales de los ciudadanos.
La declaración recuerda el derecho de las comunidades a permanecer en sus territorios de origen y la importancia de proteger las libertades y derechos de los afectados por la violencia, en particular «el derecho a la libertad religiosa, la cual está consagrada en los instrumentos fundamentales de derechos humanos internacionales.
Con información de Misión de la Santa Sede ante las Naciones Unidas en Ginebra.
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