Ciudad de Vaticano (Lunes, 16-03-2015, Gaudium Press) El Papa Francisco convocó el último viernes 13, un Jubileo extraordinario centralizado en la misericordia de Dios, un Año Santo de la Misericordia, que será proclamado solemnemente el día 12 de abril, Domingo de la Divina Misericordia, cuando será hecha la lectura y la publicación, en la Puerta Santa vaticana, de la Bula oficial jubilar.
En entrevista a la Radio Vaticano, el Arzobispo Rino Fisichella, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, al cual confió la organización del Jubileo, afirmó que «hay un significado que se refleja en la simbología que el Papa Francisco quiso utilizar».
Según el prelado, no podemos olvidar «que la Puerta Santa será abierta propiamente en el día del cincuentenario de conclusión del Concilio Vaticano II».
Mons. Rino explicó que «la misericordia cristiana es la verdad sobre Dios y es la verdad que Dios nos quiso hacer conocer», una vez que «la misericordia es la palabra síntesis del Evangelio».
«La misericordia es el rostro de Cristo: es aquel rostro que conocemos en todos los aspectos de su existencia, cuando va al encuentro de todos, cuando cura los enfermos, cuando se sienta a la mesa con los pecadores públicos y, sobre todo cuando, clavado orando en la Cruz, perdona: allí tenemos el rostro de la misericordia divina.»
El religioso prosiguió diciendo que la misericordia es «recordar que, en el momento en que somos portadores de Cristo y testigos de su amor, debemos mirar en primer lugar para aquellos que son los privilegiados a los ojos de Cristo».
Cuando fue preguntado sobre el hecho del Papa haber confiado al Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización ese Jubileo extraordinario, declaró haber quedado sorprendido, con todo, «ahora vivimos la alegría del anuncio».
«En todo caso, ya en el anuncio el Papa nos dio la nota indicativa, diciéndonos que este Jubileo inicia un camino, y es el camino de la conversión espiritual. Por lo tanto, antes de tantas otras preocupaciones estructurales, permanece la más importante: la de la conversión del corazón», concluyó. (LMI)
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