Hong Kong (Miércoles, 08-04-2015, Gaudium Press) «Tenemos dos motivos para estar felices y agradecidos», expresó el Cardenal John Tong, Arzobispo de Hong Kong, en su carta pastoral para la Pascua 2015.
«El primero es que 3.600 adultos recibirán el bautismo, el primer sacramento de la iniciación cristiana y se convertirán, durante la Vigilia pascual, en miembros de nuestra gran familia católica. El segundo es que siempre más católicos se están comprometiendo con alegría en la profundización de la doctrina, la escritura y la teología. De este modo podrán participar en la misión de la Iglesia haciéndose catequistas voluntarios y podrán difundir las semillas del Evangelio con sus palabras y sus acciones. Nuestra diócesis está realmente siguiendo el camino de la Iglesia universal», indicó el Cardenal.
Cardenal Tong – Foto: Arquidiócesis de Hong Kong |
A todos los fieles, y con especial sentido a los catecumenos, el purpurado hizo una invitiación: «Sean alegres anunciadores del Evangelio, felices de poder vivir en una sociedad libre para anunciar a Cristo, respondan a los pedidos del papa Francisco que nos convoca a una nueva evangelización».
El Cardenal John Tong dijo a su fieles que hay que estar agradecido y feliz de poder vivir en una sociedad libre: «Tenemos diversas instituciones y diversos medios de comunicación que pueden nutrir nuestra fe, que pueden ayudarnos a profundizarla y gracias a las cuales podemos aprender cómo difundir el Evangelio. Nuestra diócesis tiene un Centro catequístico, el Concejo central de los laicos, la Comisión litúrgica, el Instituto bíblico, el seminario del Santo espíritu, el kung Kao Po y el Sunday Examiner, sólo para citar algunos».
En la Carta el purpurado también relató historias de evangelización en la China, adonde ha ido más de 100 veces en los últimos 30 años:
Un joven sacerdote, comenzó relatando el cardenal Tong, de la zona septentrional de la nación, me contó esta historia. Él no es un buen hablador y su inteligencia, está en la media. No fue un gran estudiante en el seminario. Pero cuando el rector vio lo humilde y ferviente que era, aprobó su ordenación sacerdotal. Después de su ordenación fue enviado a una zona rural para ocuparse de la pastoral.
Habiendo entendido que sus habilidades no eran de altísimo nivel, decidió dividir a los católicos de su parroquia en dos grupos. Los neo-bautizados tienen la responsabilidad de invitar a amigos y vecinos no católicos a la iglesia, para acercarlos al catecumenado.
Los otros están encargados de enseñar la doctrina católica a los catecúmenos. Mientras tanto el sacerdote permanece en una pequeña capilla rezando con mucho fervor hasta la finalización de las clases de catecismo. El resultado es que cada año está en grado de bautizar a ¡más de mil nuevos católicos!
La segunda historia se desarrolla en la parte nord-oriental de China. Un católico de la zona entiende la importancia de la evangelización. Entonces inicia una ferviente campaña misionera, sin llevar ni comida ni dinero con él. Por una parte predica el Evangelio y en otro momento pide limosna para comer.
Durante la noche duerme delante de las puertas de las casas. O si no, gracias a su fervor evangélico que conquista a la población, logra convertir a más de mil personas e introducirlas en la Iglesia.
Dado que estos nuevos fieles deben recibir el bautismo y los otros sacramentos, llega a una ciudad e invita a un sacerdote a que lo acompañe para administrar los sacramentos a estos nuevos convertidos. De este modo su esfuerzo misionero, que al inicio no quería fuese conocido, se convierte de dominio público.
Finalmente el cardenal recuerda que el papa Francisco nos pide a los católicos: ser alegres testigos del Evangelio; ser evangelizadores que tienen fe en Dios y que llevan adelante y con coraje esta obra; únanse los unos a los otros y tengan el corazón de pobres, de modo que el Reino de Dios pronto pueda realizarse en todo el mundo. «Queridos hermanos y hermanas, concluyó, respondamos en modo positivo a estos pedidos del Santo Padre. ¡Feliz pascua! ¡Aleluya!.
Con información de Aica
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