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Sacerdote católico ex anglicano casado defiende el celibato y aconseja prudencia

Auckland (Sábado, 11-04-2015, Gaudium Press) El Padre Dwight Longenecker, sacerdote católico estadounidense, tiene una visión muy particular sobre el celibato sacerdotal, que expuso en un artículo para NZ Catholic, informativo católico de Nueva Zelanda. «¿Sacerdotes casados? Yo soy uno», expuso, ya que es uno de los autorizados por la Iglesia a través de una Provisión Pastoral a ser ordenado sacerdote católico tras haber sido ministro anglicano unido en matrimonio. Sin embargo su perspectiva, basada en la experiencia real, es que el cambio de la disciplina de la Iglesia a este respecto no puede ser considerado la solución a problemas pastorales o de vocaciones.

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 P. Dwight Longenecker. Foto: The Coming Home Network.

«No intento describir una horrible imagen del clero casado, pero simplemente le recuerdo a la gente que no todo es maravilloso y feliz como parecen creer», afirma el sacerdote sobre las personas que conocen su situación excepcional y le expresan su deseo de que ésta se extendiera a otros. La cuestión del celibato «es una materia más grande y complicada» que lo que algunos podrían pensar y «antes de que alguien cambie la disciplina existente, todos los ángulos y posibilidades deben ser considerados».

Para ilustrar aspectos que no son usualmente tenidos en cuenta, el P. Dwight Longenecker comenta que una persona casada no es necesariamente mejor que una que no lo está y que los clérigos casados pueden tener como cualquier persona muchos defectos. «Los clérigos casados son frecuentemente adictos al trabajo. Muchos ministros casados son inmaduros». Otros problemas mucho más serios, como conductas inapropiadas, afición a la bebida o incluso escándalos pueden darse en medio de un clero casado, ya que su condición no previene necesariamente ninguno de estos males.

En lugar de constituir una solución «mágica», la abolición del celibato traería problemas nuevos a los cuales los católicos no están familiarizados. «Cuando se trata de los aspectos finacieros de los sacerdotes casados, muchos católicos que están a favor olvidan que un joven sacerdote y su esposa estarían viviendo bajo las enseñanzas de la Iglesia Católica. Eso significa que ellos no usarían anticoncepción artificial», recordó el presbítero. «Si ellos son jóvenes y fértiles van a tener una familia numerosa. ¿Quieren los católicos proveer una rectoría e ingresos para una familia de seis, siete, ocho, nueve, diez, once o doce hijos?». Esto sería más difícil en lugares que cuentan con recursos escasos incluso para mantener un sacerdote célibe.

«Créanme, habrían los mismo problemas o problemas más grandes si tuviéramos un clero casado», concluye el P. Longenecker, quien resumió su llamado a la prudencia a quienes abogan por una transformación de la disciplina eclesiástica en una sencilla frase: «Tengan cuidado con lo que piden».

Con información de NZ Catholic.

 

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