sábado, 23 de noviembre de 2024
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"Hora de la misericordia, la tolerancia y el perdón", comenta Arzobispo de Maringá, Brasil

Maringá (Miércoles, 15-04-2015, Gaudium Press) «Misericordia, tolerancia y perdón» es el título del más reciente artículo de Mons. Anuar Battisti, Arzobispo de Maringá, en Paraná. En su reflexión, el Prelado afirma que en el segundo domingo de Pascua, también bautizado por el Papa San Juan Pablo II como el domingo de la misericordia, cuando volvemos la mirada al corazón misericordioso de Jesús, que libremente aceptó dar la vida rescatándonos de nuestras miserias por la misericordia.

1.jpgConforme el Arzobispo, en sus homilías diarias, el Papa Francisco comentando el pasaje de la pecadora sorprendida en adulterio hace una gran aclaración que nos conmueve: «La misericordia va más allá, hace la vida de una persona de tal modo que el pecado es colocado a parte. Es como el cielo. Nosotros miramos para él y vemos tantas estrellas, pero cuando viene el sol, por la mañana, con tanta luz, no las vemos más. Así es la misericordia divina: una gran luz de amor, de ternura. Dios perdona no con un decreto, sino con un cariño, acariciando nuestras heridas del pecado. Es grande la misericordia de Dios, es grande la misericordia de Jesús. Él nos perdona y nos acaricia».

Mons. Battisti además recuerda que por eso Jesús dijo: ve en paz y no peques más. «Quería solamente decir una de las palabras más bonitas del Evangelio que me conmueve tanto: ‘¿Nadie te condenó?’ – ‘No, nadie, Señor’ – ‘Ni yo te condeno’. Ni yo te condeno: una de las palabras más bonitas porque está llena de misericordia».

El Prelado también destaca que para hacer la experiencia concreta de la Misericordia Divina es preciso hacer memoria de las palabras de Jesús en el hecho de la Resurrección de Lázaro: «Yo soy la resurrección y la vida; quien cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo aquel que vive y cree en mí nunca más morirá».

Él afirma que siguiendo la Palabra del Señor, nosotros creemos que la vida de aquellos que creen en Jesús y siguen su mandamiento, después de la muerte será transformada en una vida nueva, plena e inmortal. Para el Arzobispo, Jesús está a la espera de nosotros junto al Padre, y la fuerza del Espíritu Santo, que lo resucitó de los muertos, también resucitará a aquellos que están unidos a Él.

Mons. Battisti recuerda que delante de la tumba lacrada del amigo, Jesús gritó con voz fuerte «Lázaro, sal afuera», y el muerto salió, con los pies y las manos enfajados con ligaduras, y el rostro envuelto en un sudario.

«Este grito decisivo es dirigido a cada hombre, porque todos nosotros somos marcados por la muerte; es la voz de Aquel que es el Señor de la vida y quiere que todos la tengan en abundancia. Cristo no se resigna a las tumbas que construimos para nosotros con nuestras opciones del mal y de la muerte», agrega.

Además, el Arzobispo resalta que Jesús nos invita, casi nos ordena, a salir de la tumba en que nuestros pecados nos ahogaron, y nos llama con insistencia a salir de la oscuridad de la prisión en que nos encerramos, para contentarnos con una vida falsa, egoísta, mediocre. Mons. Battisti resalta que al oír el grito del Señor «¡Sal afuera!», debemos dejarnos tomar por estas palabras que Jesús hoy repite a cada uno de nosotros, dejándonos liberar de las «fajas» del orgullo.

«Nuestra resurrección comienza aquí: cuando decidimos obedecer la orden de Jesús, venid a la luz, a la vida; cuando de nuestro rostro caen las máscaras y recuperamos el coraje de nuestro rostro original, creado a imagen y semejanza de Dios», evalúa.

Por último, el Prelado enfatiza que la misericordia de Dios no tiene límites, es ofrecida a todos, pues Jesús misericordioso continúa gritando a todos nosotros para que salgamos afuera de la tumba de nuestros pecados, y así, somos lanzados en la vida nueva, de la gracia conquistada en la Pascua.

«El mundo está muriendo de sed y hambre del amor misericordioso del Creador. Por eso el Papa Francisco anunció un año de la Misericordia. Estamos cansados de guerras y destrucción, ya no soportamos la violencia. Ahora es la hora de la misericordia, la tolerancia y el perdón», concluye. (FB)

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