Bogotá (Martes, 28-04-2015, Gaudium Press) Del 20 al 24 de abril se realizó en la sede de la Conferencia Episcopal de Colombia el IX Encuentro de Párrocos Castrenses. La iniciativa, animada por el Obispado Castrense del país, reunió a 190 presbíteros que acompañan a las Fuerzas Militares y policiales, con el objeto de favorecer un espacio de convivencia, fraternidad y formación que fortalezca su ministerio sacerdotal.
«Este año, siguiendo el Plan Pastoral -que nos invita a estar en una Iglesia en un estado permanente de misión-, lo dedicamos a la preparación y motivación de los presbíteros para que sean párrocos castrenses, es decir, que hagan de sus comunidades no solamente una serie de personas a las cuales se les presta unos servicios, sino que sean verdaderas comunidades de discípulos misioneros de Cristo, comunidades evangelizadas y evangelizadoras, y comunidades que sean de verdad casa y escuela», explicó Mons. Fabio Suescún Mutis, Obispo Castrense de Colombia, en entrevista realizada por el Departamento de Comunicaciones del Episcopado Colombiano.
«Estar cerca de Jesús, estar con Jesús, entender a Jesús, dejarse tocar el corazón por Jesús, es lo que nosotros podemos ofrecer a los militares y policías», dice Obispo Castrense de Colombia. |
Justamente, el prelado se refirió a las características que debe tener un párroco castrense, quien difiere en cierta medida del párroco que cuenta con una específica comunidad territorial: «Nosotros no pretendemos ser parroquias al estilo que se ha venido entendiendo, como centros de culto y administración; sino parroquias misioneras, es decir, que hagamos todo un proceso evangelizador, donde se den espacios a los cristianos y a los alejados, para que comiencen a conocer al Señor y a madurar en su fe».
Explicó también que el sacerdote castrense vive en circunstancias muy concretas: «es un párroco que tiene que tratar con militares y policías, que están siempre en tránsito, que están en riesgo de vida, que no es tan fácil tenerlos como se tienen los fieles de una parroquia territorial».
Mons. Suescún Mutis expresó además que en el contexto colombiano el apoyo que ofrecen los párrocos castrenses a las fuerzas armadas, militares y policiales es enorme, puesto que la vida militar «obedece a una mística, no es una simple profesión, es una vocación de servicio en el amor a la ciudadanía». Por esta razón -siguió- «es importante la presencia del párroco, para que sea animador de esa mística en el servicio que tienen que hacer nuestro policías y nuestros soldados».
«Es grande la vocación militar y policial, es vocación de preocuparse por la seguridad, por el bienestar de todos los ciudadanos, pero si no se mantiene arriba ese ánimo, hay muchas tentaciones que pueden también tocar el corazón de los militares y policías que, como el corazón nuestro, es un corazón que muchas veces tiende hacia el egoísmo que hacia el servir a los demás», agregó el Obispo Castrense de Colombia.
De allí que la misión del párroco castrense sea la de llevar a Jesús al corazón de los policías y militares: «estar cerca de Jesús, estar con Jesús, entender a Jesús, dejarse tocar el corazón por Jesús, es lo que nosotros podemos ofrecer a los militares y policías, para que mantengan vivo ese ánimo de servicio, de pensar en el prójimo, de proteger al prójimo, de defender al que está en condiciones menos favorables. El Espíritu es lo que da todo, la mística es lo que mueve el corazón, por eso estamos en ese plan de mantener vivo el corazón de los sacerdotes en Cristo, para que acerquen a Cristo a los demás», concluyó.
Con información de la Conferencia Episcopal de Colombia.
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