Cornélio Procópio (Lunes, 04-05-2015, Gaudium Press) Mons. Manoel João Francisco, Obispo de la Diócesis de Cornélio Procópio, en el estado de Paraná, Brasil, dice en un artículo que en la tradición de los católicos el mes de mayo tiene todo que ver con Nuestra Señora, pero mayo también recuerda el trabajo y el trabajador.
San José obrero y padre putativo del Señor |
«Como todo lo que es verdaderamente humano resuena en el corazón de los cristianos, la Iglesia en 1955, asumió los ideales del Día del Trabajador e instituyó la fiesta de San José Obrero, como fiesta de la consagración cristiana del trabajo», expresa.
Además, Mons. Manoel afirma que en la concepción cristiana el trabajo constituye una dimensión fundamental de la existencia humana, pues es una de las características que distinguen al ser humano de las demás criaturas. Él recuerda que solamente el ser humano tiene capacidad para el trabajo y solamente él lo realiza, llenando al mismo tiempo su existencia sobre la tierra.
«El trabajo es la posibilidad de nuestra realización, de nuestra transformación. Es más que ganar pan, es maduración de nuestra persona. Por el trabajo, el ser humano da continuidad a la creación iniciada por Dios. Además, Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre, pasó la mayor parte de los años de su vida en la tierra, junto a un banco de carpintero, dedicándose al trabajo manual», evalúa.
Para el Obispo, este hecho nos hace comprender que el valor y la dignidad del trabajo humano no dependen del tipo de trabajo que se realiza, sino del hecho de ser ejecutado por una persona. Según él, el trabajo es derecho fundamental y bien esencial para el ser humano, pues a través de él el «hombre no solamente transforma la naturaleza, adaptándola a sus propias necesidades, sino también se realiza a sí mismo como hombre y hasta, en cierto sentido, se torna más hombre» (Laborem exercens, 9).
Por eso, Mons. Manoel resalta que a nadie puede ser negado el derecho de trabajar ni de ser despreciado por el trabajo que realiza. El Papa Francisco en su discurso a los participantes del encuentro mundial de los movimientos populares afirmó con toda claridad: «No existe peor pobreza material -quiero subrayar- que aquella que no permite ganar el pan y priva de la dignidad del trabajo».
«Compete al Estado, a través de políticas públicas, asegurar que el derecho al trabajo sea cumplido dentro de los parámetros de la ética y el respeto a la dignidad humana», concluye. (FB)
Deje su Comentario