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Ciudad del Vaticano (Lunes, 04-05-2015, Gaudium Press) Quien piensa en el Vaticano, casi que quien piensa en el Papa, fácilmente le viene concomitantemente al espíritu los vistosos trajes militares diseñados por Miguel Ángel de la Guardia Suiza. Este pensamiento fue corroborado esta mañana por el Pontífice, al recibir en audiencia en la Sala Clementina a los 32 nuevos reclutas de este cuerpo que el próximo 6 de mayo jurarán su fidelidad al Papa.
«¡Ustedes Guardias Suizos son un ‘rostro’ de la Santa Sede! Les agradezco por esto», les dijo el Papa Francisco. Muy amplia fue su enseñanza con los guardias, en la que se reveló el gran aprecio que tiene a este cuerpo de custodia, a quienes manifestó el «placer de encontrarlos», a quienes devota una amistad particular, «porque se basa en el amor de Cristo: aquel amor ‘más grande’ que Él ha vivido y que ha donado a sus discípulos».
El Papa puso de presente ante los guardias el gran escenario de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola, cuando el fundador de los jesuitas «compara el mundo a dos campos militares, uno con el estandarte de Cristo y el otro con el estandarte de Satanás. Hay sólo dos campos. Para el cristiano la elección es clara: él sigue el estandarte de Cristo». «Cristo es el verdadero Rey. Él mismo va adelante y sus amigos lo siguen. Un soldado de Cristo participa en la vida de su Señor. Ésta es también la llamada que toca a ustedes: asumir las preocupaciones de Cristo, ser sus compañeros. Así ustedes aprenden día a día a ‘sentir’ con Cristo y con la Iglesia. Un Guardia Suizo es una persona que verdaderamente busca seguir al Señor Jesús y que ama en modo particular a la Iglesia, es un cristiano con una fe genuina».
Entretanto, para combatir bajo el estandarte de Cristo es preciso vivir «gracias a los Sacramentos de la Iglesia: con la participación asidua en la Misa y en la Confesión frecuente» y «leyendo cuotidianamente el Evangelio». También los invitó a la oración personal, especialmente al rezo del Santo Rosario, particularmente en los «piquetes de honor», además de incentivar su ayuda en el servicio a los «más pobres, a los enfermos, a aquellos que tienen necesidad de una buena palabra», de tal manera que los peregrinos al Vaticano sientan en su «gentileza y competencia este ‘amor más grande’ que viene de la amistad con Cristo».
Finalmente el Papa agradeció afectuosamente su servicio, les manifestó «su gran aprecio» por la tarea realizada para la Iglesia y para él como Sucesor de Pedro, y por sus oraciones, y los confió a la intercesión de sus Patronos, San Martín, San Sebastián y San Nicolás de Flüe, además de ofrecerles de corazón su bendición apostólica.
Con información de Radio Vaticano
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