Ciudad del Vaticano (Lunes, 11-05-2014, Gaudium Press) Durante la meditación previa al rezo del Regina Coeli dominical, en la Plaza de San Pedro ante miles de peregrinos, el Papa Francisco profundizó en la lectura del evangelio del día, que contiene el mandamiento del amor: «Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado» (Jn 15, 12).
En una soleada mañana romana, los peregrinos acogieron las palabras del Papa Foto: Rome Reports |
«Estas palabras, pronunciadas durante la última Cena, resumen todo el mensaje de Jesús; es más, resumen todo lo que Él ha hecho: Jesús ha dado la vida por sus amigos. Amigos que no lo habían comprendido, que en el momento crucial lo han abandonado, traicionado y renegado. Esto nos dice que Él nos ama aun no siendo merecedores de su amor: ¡así nos ama Jesús!», expresó el Pontífice.
Ese mandamiento del amor es novedoso, pues es Jesús, «en primer lugar», quien «lo ha realizado, le ha dado carne, y así la ley del amor es escrita una vez para siempre en el corazón del hombre».
Este mandamiento nuevo del Señor pasa por encima incluso de legítimas diferencias: Estamos llamados a amarnos «incluso si no siempre nos entendemos, no siempre vamos de acuerdo… pero es precisamente allí donde se ve el amor cristiano. Un amor que también se manifiesta si existen diferencias de opinión o de carácter».
Ese amor al que nos convoca el Señor, es el «que el Espíritu Santo derrama en nuestros corazones, el que realiza cada día prodigios en la Iglesia y en el mundo. Son tantos pequeños y grandes gestos que obedecen al mandamiento del Señor: ‘Ámense los unos a los otros, como yo los he amado’ (Cfr. Jn 15,12)».
Es un amor que se manifiesta en «gestos pequeños, de todos los días, gestos de cercanía a un anciano, a un niño, a un enfermo, a una persona sola y con dificultades, sin casa, sin trabajo, inmigrada, refugiada… Gracias a la fuerza de esta Palabra de Cristo, cada uno de nosotros puede estar cerca del hermano y de la hermana que encuentra. Gestos de cercanía, de proximidad. En estos gestos se manifiesta el amor que Cristo nos ha enseñado».
El Papa Francisco concluyó su meditación pidiendo a María Santísima que en la vida cotidiana de cada uno el amor a Dios y el amor al prójimo vayan siempre unidos.
Con información de Radio Vaticano
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