México (Jueves, 06-08-2009, Gaudium Press) Mons. Felipe Arizmendi Esquivel, Obispo de San Cristóbal de las Casas, ha respondido a las afirmaciones de Marcelo Ebrard, jefe de gobierno del Distrito Federal, quien durante la evocación de los 150 años de la separación entre la Iglesia y el Estado en México, se declaró contrario a que el clero busque influir en la vida pública. El mensaje fue difundido ayer por el site de la Conferencia Episcopal Mexicana.
En declaraciones recogidas por el diario La Jornada, Ebrard expresaba que «una o varias iglesias quisieron determinar, con base en la ética religiosa, cuáles deben ser las decisiones públicas y cuáles las leyes que rijan la vida de todas y todos» haciendo alusión a la oposición de la Iglesia católica a las reformas legislativas que permitieron el aborto en las 12 primeras semanas de gestación en el Distrito Federal.
Mediante comunicado, Mons. Arizmendi reaccionó a esas declaraciones manifestando la necesidad de autoridades políticas y legisladores que «valoren el aporte de la religión, particularmente la cimentada en Jesucristo».
El obispo de San Cristóbal de las Casas recuerda las palabras de Benedicto XVI en su más reciente encíclica, cuando el Pontífice afirma que «la religión cristiana y las otras religiones pueden contribuir al desarrollo solamente si Dios tiene un lugar en la esfera pública, con específica referencia a la dimensión cultural, social, económica y, en particular, política. La doctrina social de la Iglesia ha nacido para reivindicar esa «carta de ciudadanía» de la religión cristiana. La negación del derecho a profesar públicamente la propia religión y a trabajar para que las verdades de la fe inspiren también la vida pública, tiene consecuencias negativas sobre el verdadero desarrollo.»
«La exclusión de la religión del ámbito público, así como, el fundamentalismo religioso por otro lado, impiden el encuentro entre las personas y su colaboración para el progreso de la humanidad. La vida pública se empobrece de motivaciones y la política adquiere un aspecto opresor y agresivo. Se corre el riesgo de que no se respeten los derechos humanos, bien porque se les priva de su fundamento trascendente, bien porque no se reconoce la libertad personal», expresa el Papa en la encíclica Caritas in veritate.
La Iglesia no tiene ambiciones políticas o económicas
«No tenemos ambiciones de dominio político o económico» declara Mons. Arizmendi Esquivel en la conclusión de su mensaje. La misión de la Iglesia solo urge la libertad de ofrecer el Evangelio de Jesús, para que los pueblos gocen de su vida y en Él tengan vida. Entretanto, la visión profunda y firme de la religión católica no cede «al vaivén de modas», ni justifica las debilidades como «derechos humanos», pues lo verdaderamente humano es lo que se encuentra en Jesucristo, que es Dios y hombre a la vez, resaltó el prelado.
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