Ciudad del Vaticano (Martes, 12-05-2015, Gaudium Press) Los Obispos de la Conferencia Episcopal de Mozambique estuvieron en reunión con el Papa Francisco, en la mañana de este sábado 9 de mayo. En visita «ad Limina» al Santo Padre, estuvieron presentes 18 prelados africanos en la audiencia en el Vaticano, entre ellos, el brasilero y Obispo de Pemba, Mons. Luiz Fernando Lisboa.
Luego en su discurso, el Pontífice recordó a todos los prelados mozambiqueños la misión del pastor, así como su plena disponibilidad al rebaño, pidiendo enseguida que los obispos siempre reserven una atención particular a los sacerdotes, pues «el tiempo usado con ellos nunca es tiempo perdido».
Después, destacó el trabajo de varios consagrados africanos y solicitó que en este Año de la Vida Consagrada «elévense a Dios acciones de gracias y alabanzas por el testimonio de Fe y servicio que los religiosos y las religiosas ofrecen en los diversos sectores de la vida eclesial y social, nombradamente en la atención y solicitud por los pobres y todas las miserias humanas, materiales, morales y espirituales».
Sobre la relación de los prelados con los fieles, el Papa los aconsejó a estar siempre al lado de ellos, en las periferias de las diócesis y en todas las «periferias existenciales», además donde existe el sufrimiento, la soledad y la degradación humana, una vez que un obispo necesita vivir en medio de su pueblo, viviendo en el obispado y así, rodearse de organismos diocesanos que puedan auxiliarlo en sus funciones.
La cultura del encuentro también fue uno de los asuntos mencionados por Francisco durante la audiencia. «¿Cómo no pensar aquí en las víctimas de las calamidades naturales? Estas no cesan de sembrar destrucción, sufrimiento y muerte, aumentando el número de desplazados y refugiados. Estas personas precisan que compartamos su dolor, sus ansias, sus problemas. Precisan que las miremos con amor; es preciso ir al encuentro de ellas, como hacía Jesús», dijo.
Al final, el Santo Padre alentó a los Obispos de Mozambique:
«Cuando tengamos que partir a una periferia extrema, tal vez nos asalte el miedo; ¡pero no hay motivo! En realidad, Jesús ya está allá; Él nos espera en el corazón de aquel hermano, en su carne herida, en su vida oprimida, en su alma sin Fe. Jesús está allá en aquel hermano. ¡Él siempre nos precede; sigámoslo! Tengamos la audacia de abrir caminos nuevo para el anuncio del Evangelio.» (LMI)
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