Ciudad de México (Jueves, 14-05-2015, Gaudium Press) El Arzobispo de Ciudad de México, Cardenal Norberto Rivera, pidió a los fieles de su país encomendar sus necesidades a la intercesión del Beato Miguel Agustín Pro, sacerdote martirizado durante la persecución religiosa mexicana de la década de 1920, a cuyo proceso le hace falta un milagro para permitir su canonización. El llamado lo realizó desde la Catedral de la ciudad, al recibir una reliquia del Beato Padre Pro llevada por los seglares de la Vicaría San Miguel Arcángel.
Ejecución del Beato Padre Miguel Agustiín Pro. |
El proceso del Beato Padre Pro ha padecido la presión de las autoridades mexicanas en etapas anteriores, que han motivado tanto el aplazamiento de la ceremonia de beatificación para no coincidir con una época electoral como el veto del gobierno a la transmisión en televisión de la misma en 1988. Durante décadas, la información sobre la llamada Guerra Cristera tras la severa restricción de la libertad religiosa decretada en 1917 y que tuvo su auge en los años 1926 a 1929 fue objeto de desconfianza por parte del estado.
El Beato Miguel Agustín Pro sirvió como consejero y asesor espiritual para varios movimientos civiles en favor de la libertad religiosa que fueron declarados ilegales por el gobierno, lo cual lo hizo particularmente apreciado por los fieles católicos y rechazado por las autoridades. Finalmente fue acusado por el ministerio público y condenado a muerte por fusilamiento en un proceso caracterizado por la debilidad de las acusaciones en su contra. Tras su martirio, la fama de santidad del sacerdote se extendió rápidamente y motivó su eventual beatificación.
Entre los hechos notables de la vida del Padre Pro se cuenta la creación de las Estaciones de Comunión en Ciudad de México: casas de familias católicas donde se celebraba la Eucaristía de manera clandestina distribuidas a lo largo de la ciudad para mantener la fe de los creyentes. El Beato Padre Pro ideó numerosos disfraces y artimañas para evadir a las autoridades. Las anécdotas de sus ocurrencias reflejan el buen humor del sacerdote y su ingenio para continuar su apostolado en medio de las más contrarias condiciones. Como otros muchos mártires de la persecución mexicana, el Beato Padre Pro murió gritando «Viva Cristo Rey» en el momento de su ejecución.
Con información de Desde la Fe.
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