sábado, 23 de noviembre de 2024
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"Seamos buenos comunicadores", afirma el Arzobispo de Puerto Alegre, Brasil

Puerto Alegre (Martes, 19-05-2015, Gaudium Press) Mons. Jaime Spengler, Arzobispo de Puerto Alegre, en Río Grande del Sur, Brasil, recuerda en su más reciente artículo que Francisco de Sales es el patrono de las comunicaciones sociales y, que en el día en que celebramos su memoria, el Papa publica un mensaje para el Día Mundial de las Comunicaciones Sociales.

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De acuerdo con el Prelado, el tema escogido para el mensaje de este año es: «Comunicar a la familia: ambiente privilegiado del encuentro en la gratuidad del amor». Para él, se trata de un tema de gran relevancia para la actualidad, pues la familia es el primer lugar donde aprendemos a comunicarnos, y es a partir del ambiente familiar que aprendemos a construir contactos con el mundo.

«La comunicación es dimensión constitutiva del ser humano; ella es vital al propio ser humano, como ser en relación. Esa observación es para nosotros importante, pues la comunicación no es simplemente cuestión de aparatos, máquinas, técnicas o tecnología. La comunicación es esencialmente cuestión de relaciones humanas; es encuentro interpersonal», agrega.

El Arzobispo además refuerza que para demostrar ese dato fundamental, el mensaje del Papa parte de la escena bíblica que describe la visita de María a su prima Isabel, dando énfasis a la exultación del encuentro entre ellas, inclusive de Juan Bautista todavía en el seno materno.

«El encuentro entre María e Isabel presupone acogida, sonrisa, abrazo, cordialidad, receptividad, donación, salir de sí, apertura, compartir, solidaridad. ¡Son actitudes profundamente humanas! Son gestos y actitudes que comunican. Así, somos recordados de que comunicación tiene que ver con proximidad, gestos, palabras, contacto y miradas. Comunicamos cuando también acogemos lo que está siendo comunicado: podemos dar porque recibimos. Esa reciprocidad es el paradigma de toda comunicación», evalúa.

Además, Mons. Jaime afirma que la comunicación no es simple transmisión de informaciones, sino es esencialmente proximidad, contacto corporal. Conforme él, es lo que podemos verificar en la relación materna: la madre, a través del olor, del contacto, de la mirada, de la ternura, cultiva una profunda relación con el fruto de sus entrañas. Para el Prelado, ese cultivo determina inclusive todo el desarrollo psicológico del niño, y el futuro del niño es también determinado por la calidad de las relaciones desarrolladas en lo cotidiano entre ella y los padres.

«Hay también otro nivel de comunicación que ocurre, por ejemplo, en la liturgia. La mayor expresión de comunicación en la celebración litúrgica es la comunidad reunida en nombre del Crucificado-resucitado para celebrar el misterio de la redención humana. La comunidad de fe reunida para la liturgia es también anuncio del reino ya presente, en el aquí y ahora».

También resalta que urge redescubrir aspectos fundamentales de la comunicación latentes en la celebración litúrgica. Según el Arzobispo, no se trata aquí de destacar lo que se dice y cuánto se dice, el instrumental usado, sino de rescatar la dimensión del encuentro no solo entre los miembros de la asamblea, sino sobre todo y fundamentalmente el encuentro de la asamblea con su Señor.

«Por eso, los gestos que componen la acción litúrgica traen la marca del crucificado-resucitado. Lo que vemos, oímos, decimos, olemos, tocamos, abrazamos, comemos, el silencio que hacemos, la intimidad que cultivamos a través de la oración, los pasos dados para y en el interior del templo, el retorno para nuestros hogares, todo está marcado por dignidad particular», completa.

Por último, Mons. Jaime resalta que así como el cuidado dispensado por la madre al hijo no es algo mecánico, de la misma forma la buena comunicación en la acción litúrgica no es resultado de la aplicación de técnicas más o menos buenas, sino es expresión de la experiencia fundada del encuentro con el Señor, que hace nuevas todas las cosas y relacionamientos.

«En medio a críticas, desafíos, limitaciones, pero también posibilidades que se presentan, sea a la institución familia o a la acción litúrgica, ‘no luchemos para defender el pasado, sino trabajemos con paciencia y confianza, en todos los ambientes donde diariamente nos encontramos, para construir el futuro’ (Papa Francisco). Seamos buenos comunicadores», concluye. (FB)

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