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Erexim (Miércoles, 20-05-2015, Gaudium Press) «El Espíritu Santo renueva la Iglesia» es el título del artículo semanal de Mons. José Gislon, Obispo Diocesano de Erexim, en el estado de Río Grande del Sur, Brasil. Él afirma que en este próximo domingo la Iglesia celebra con sus hijos la Fiesta de Pentecostés, esto es: la venida del Espíritu Santo. Según él, el Evangelio de San Juan (Jn 20,19-21) relata que el Señor Jesús, antes de mostrar a los discípulos las manos heridas por los clavos y el lado marcado por la espada, les deseó la paz y después los envió en misión, pero antes que partiesen los fortaleció con el Espíritu Santo.
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| Venida del Espíritu Santo, óleo en la Catedral de Valencia, España |
De acuerdo con el Prelado, de la manifestación del Espíritu Santo nace la Iglesia, una Iglesia que es madre, y que vive su maternidad con jovialidad, incluso llevando en el rostro las marcas del tiempo y las cicatrices de heridas de los largos siglos. Para él, la Iglesia que es madre, guiada por el Espíritu Santo, revela al mundo y en el tiempo su maternidad a través de la acción misionera, pero para ser misionera ella precisa ser una Iglesia «en salida».
El Papa Francisco afirmó: «prefiero una Iglesia accidentada, herida y fangosa por haber salido por los caminos, a una Iglesia enferma por el cierre y la comodidad de agarrarse a las propias seguridades. La salida exige prudencia y audacia, coraje y osadía» (EG). Mons. Gislon resalta que en su acción evangelizadora, la Iglesia precisa de discípulos que tengan ardor misionero y al mismo tiempo vínculo efectivo y afectivo con la comunidad de los que descubrieron la fascinación por el mismo Señor.
En una de sus meditaciones, el Papa Francisco mencionaba que precisamos ser fieles al Espíritu «para anunciar a Jesús con nuestra vida, con nuestro testimonio y con nuestras palabras. Cuando hacemos eso, la Iglesia se torna una madre que genera hijos». Conforme el Obispo, la maternidad de la Iglesia debe revelar a sus hijos el rostro de la ternura y la misericordia de Dios, a través del amor que se hace donación, para con los que buscan esperanza y consuelo en las alegrías e incertezas de la vida.
Para concluir, el Prelado resalta que la Iglesia, vid de abundantes frutos, podada a través de las tribulaciones, fecundada a lo largo de la historia por la sangre de los mártires, recorre el camino de conversión en el tiempo guiada por el Espíritu Santo. «A través de la acción misionera, invita a sus hijos e hijas a participar en esa caminata de salvación, promovida por el amor del Padre, a través de su Hijo encarnado, con la fuerza del Espíritu Santo», finaliza. (FB)
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