Turín (Lunes, 25-05-2015, Gaudium Press) Mons. Zygmunt Zimowski, Presidente del Pontificio Consejo para los Agentes Sanitarios, comentó al informativo italiano Vatican Insider sus reflexiones personales sobre la Sábana Santa de Turín, expuesta públicamente en la actualidad para la veneración de los fieles. Para el prelado, la contemplación de la reliquia ofrece una oportunidad excepcional para entender el sufrimiento y la resurrección: «En el rostro de la Síndone está el sufrimiento del mundo».
Mons. Zygmunt Zimowski, Presidente del Pontificio Consejo para los Agentes Sanitarios. Foto: Mazur/catholicchurch.org.uk. |
El mensaje de Mons. Zimowski, presente en el congreso internacional «El amor que salva. Del rostro que sufre a los rostros del sufrimiento», organizado por la Arquidiócesis de Turín y varias órdenes religiosas, es difícil de entender para el mundo de hoy. «No es fácil unir el propio sufrimiento al de Cristo», expresó el Presidente del Dicasterio. «No es fácil hacer del sufrimiento una obra de bien».
Sobre su experiencia personal de la contemplación de la Pasión de Cristo en la Sábana Santa de Turín, el prelado recordó que pudo verla en persona en tres oportunidades: en 1988, cuando servía en la Congregación para la Doctrina de la Fe bajo el Cardenal Joseph Ratzinger; en una visita privada con un grupo de sacerdotes siendo ya Presidente del Pontificio Consejo para los Agentes Sanitarios y en la actual Ostención Pública. En todas las oportunidades, la experiencia le hizo reflexionar sobre «la necesidad de la contemplación del Santo Rostro como la expresión más alta y auténtica del Jesús que sufre, pero también del Jesús resucitado», indicó. «Es importante ver nuestra vida en la óptica del Señor que murió para la salvación del mundo. Él es la primicia de los que han muerto».
Mons. Zimowski compartió que en su vida personal ha tenido que aplicar la enseñanza de la Iglesia sobre el sufrimiento, al haber sido sometido a tres cirugías recientemente. Como consejo a los que sufren dolores, el Prelado motivó a «aprender a ofrecer el sufrimiento, nuestro dolor, a Dios y a los otros», además de sugerir «el ejemplo del buen samaritano para estar cerca de los que experimentan esta condición de vida».
Con información de Vatican Insider.
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