viernes, 22 de noviembre de 2024
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"Dios se manifestó en el Espíritu Santo": afirma obispo de Nuevo Hamburgo, Brasil

Nuevo Hamburgo (Lunes, 25-05-2015, Gaudium Press) Mons. Zeno Hastenteufel, Obispo de la Diócesis gaucha de Nuevo Hamburgo, en Brasil, recuerda que etimológicamente pentecostés significa 50 días. En su más reciente artículo, él afirma que son pasados ahora 50 días desde que ocurrió aquella mañana diferente en la vida de aquellas mujeres que fueron al sepulcro, y no encontraron el cuerpo de Jesús. El Obispo refuerza que son 50 días desde que sucedió aquella carrera de los dos apóstoles que fueron  a testimoniar y verificar el episodio del sepulcro vacío.

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Según el Prelado, pasó tanto tiempo, pero los apóstoles todavía estaban miedosos, refugiados en el cenáculo, con puertas y ventanas trancadas. Él recuerda que los apóstoles oyen el ruido de un viento impetuoso, que llenó toda la casa en que estaban sentados, y posó sobre cada uno de ellos una lengua de fuego, y todos quedaron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas.

«Pero, lo más importante, los apóstoles entonces abrieron puertas y ventanas, Pedro entonces levantó la voz, miró a aquella multitud y comenzó a hablar: ‘Hombres de Judea y todos vosotros que residís en Jerusalén, sea de vuestro conocimiento lo que voy a decir. Escuchadme con toda la atención. Jesús de Nazaret fue un hombre acreditado por Dios junto a vosotros, por los milagros, prodigios y señales que Dios realizó entre vosotros, por medio de él, como bien lo sabéis.'»

Pedro completa: «Pero él fue entregado a las manos de los impíos y vosotros lo matasteis, clavándolo en la cruz. Pero, Dios lo resucitó, liberándolo de las angustias de la muerte, porque no era posible que ella dominase sobre Él. Dios lo constituyó Cristo y Señor a este Jesús que vosotros crucificasteis. De esto nosotros somos testigos» (At 2, 14.22-23.36).

Por otro lado, resalta Mons. Zeno, la liturgia de la vigilia de Pentecostés hace una analogía entre la torre de Babel, de la que habla el Antiguo Testamento, en Génesis 11, y el fenómeno de la glosolalia. De acuerdo con él, allá los hombres querían tornarse iguales a Dios, y de una hora para otra no se entendían más porque hablaban lenguas diferentes.
Aquí, en Pentecostés, conforme el Prelado, Dios se manifestó en el Espíritu Santo que vino para unir y dar continuidad a la obra iniciada por el Hijo, Jesucristo y, por eso, el discurso de Pedro, en el día de Pentecostés, fue entendido por todo aquel pueblo reunido en la plaza, delante del Cenáculo. «Cada uno oía a los discípulos hablar en su propia lengua.»

Por último, el Obispo destaca que es por eso que San Pablo nos habla sobre los frutos del Espíritu: ya fuimos salvados, pero estamos aún viviendo en la esperanza. Para él, es por fuerza del Espíritu Santo que nosotros podemos decir que Jesús es el Señor; y más: nosotros todos tenemos dones y carismas diferentes, pero todo proviene del mismo Espíritu, que nos une como los miembros de un cuerpo, que reciben vida por el latir del corazón.

«Es por obra del Espíritu Santo que la Iglesia celebra los Sacramentos y hace con que los seguidores de Cristo puedan hoy proseguir en su vivencia cristiana, recibir el alimento fuerte de la Eucaristía y unirse cada vez más al Cristo Jesús, vivo y presente entre nosotros», finaliza. (FB)

 

 

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