Ciudad del Vaticano (Miércoles, 27-05-2015, Gaudium Press) El tema del noviazgo, fue el asunto abordado por el Santo Padre ante miles de fieles en la Plaza de San Pedro, en la Audiencia General de los miércoles. El noviazgo, tema que tiene que ver con confianza en «la vocación que Dios dona, porque el matrimonio es, antes que nada, el descubrimiento de una llamada de Dios».
Inicia el Papa su reflexión expresando que la libertad que hoy tienen las personas para casarse «sobre la base de un amor recíproco», debe estar impregnada de «una armonía consciente de la decisión, no sólo un simple entendimiento de la atracción o del sentimiento, de un momento, de un tiempo breve… requiere un camino».
Foto: Rome Reports |
Un camino en el que los novios aprenden uno del otro, realizando «un trabajo bello sobre el amor». El Papa explicó que el Génesis se refiere a la Creación como un trabajo bello del amor de Dios. » ‘Dios miró todo lo que había hecho, y vio que era muy bueno’. (Gen 1,31). Solamente al final, Dios ‘descansó’. De esta imagen entendemos que el amor de Dios, que dio origen al mundo, no fue una decisión improvisada. ¡No! Fue un trabajo bello. El amor de Dios creó las condiciones concretas de una alianza irrevocable, sólida, destinada a durar», expresó el Pontífice.
En la misma línea del amor de Dios manifestado en la creación, «la alianza de amor entre el hombre y la mujer, alianza para la vida, no se improvisa, no se hace de un día al otro. (…) La alianza del amor del hombre y de la mujer se aprende y se refina. Me permito decir que es una alianza artesanal. Hacer de dos vidas una vida sola, es también casi un milagro, un milagro de la libertad y del corazón, confiado a la fe».
El Pontífice en su reflexión partió entonces a las elevadas cumbres de textos bíblicos referentes al noviazgo. «Cuando [Dios] habla de alianza con su pueblo, lo hace algunas veces en términos de noviazgo. El libro de Jeremías, hablando al pueblo que se había alejado de Él, le recuerda cuando el pueblo era la ‘novia’ de Dios y dice así: ‘Me recuerdo de ti, del afecto de tu juventud, del amor al tiempo de tu noviazgo’ (2, 2)».
«Y Dios ha hecho este recorrido del noviazgo; después hace también una promesa: lo hemos escuchado al inicio de la audiencia, en el libro de Oseas: ‘Te haré mi esposa para siempre, te haré mi esposa en la justicia y en el derecho, en el amor y en la benevolencia. Te haré mi esposa en la fidelidad y tu conocerás al Señor’ (2, 21-22). Es una larga vía la que el Señor recorre con su pueblo en este camino de noviazgo. Al final, Dios se casa con su pueblo en Jesucristo: esposa de Jesús la Iglesia. El Pueblo de Dios es la esposa de Jesús. ¡Pero cuánto camino!», enseñó el Papa Francisco.
El Papa recordó que aunque el noviazgo se ordena al matrimonio, uno y otro son diferentes. «La Iglesia, en su sabiduría, cuida la distinción entre el ser novios y el ser esposos, – no es lo mismo – sobre todo en vista de la delicadeza y profundidad de esta evaluación. Estemos atentos a no despreciar con un corazón ligero esta enseñanza sabia, que se nutre también de la experiencia del amor conyugal felizmente vivido».
«El noviazgo es un camino de vida que debe madurar como la fruta, es un camino de madurez en el amor, hasta el momento en que se convierte en matrimonio». La cultura y la sociedad deben ayudar a los jóvenes que quieren formar familia, y remover los mil obstáculos que hoy se colocan para conseguir este fin.
La perspectiva de un matrimonio de cuño cristiano va direccionando a los novios, un matrimonio donde se valore «la oración en su dimensión litúrgica, pero también en aquella ‘oración doméstica’ «; donde la Confesión prepara a los novios «para recibirse verdaderamente el uno al otro ‘con la gracia de Cristo’ «; donde se viven «los sacramentos y la vida sacramental»; donde se tiene la perspectiva de la fraternidad con los pobres, con los necesitados, que nos mueven a la sobriedad y al compartir».
«Pensemos en estas palabras de Dios que hemos escuchado cuando Él habla a su pueblo como el novio a la novia: «Yo te desposaré para siempre, te desposaré en la justicia y el derecho, en el amor y la misericordia; te desposaré en la fidelidad, y tú conocerás al Señor» (Os 2, 21-22). Cada pareja de novios piense en esto y diga el uno al otro: «Te haré mi esposa, te haré mi esposa». Esperaré aquel momento; es un momento, es un recorrido que va lentamente hacia adelante, pero es un camino de maduración. Las etapas del camino no deben ser quemadas. La maduración se hace así, paso a paso», insistió el Papa Francisco.
El Papa concluyó sus palabras pidiendo a la Virgen Santísima que los novios «puedan entender la belleza de este camino hacia el Matrimonio».
Con información de Radio Vaticano
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