Ciudad del Vaticano (Martes, 02-06-2015, Gaudium Press) La misa que Francisco celebró ayer en la Casa Santa Marta fue la única que él celebrará allí esta semana.
Foto L’Osservatore Romano |
La homilía del Pontífice fue de comentarios hechos en torno al Evangelio del día: la parábola de los viñadores homicidas.
Una narración evangélica que habla de una piedra rechazada, de un patíbulo escandaloso y que parece el fin de una historia llena de esperanzas.
Dios construye sobre la debilidad
Francisco comentó que Dios construye sobre la debilidad, y leyendo las páginas de la historia entre Dios y su pueblo -observó el Papa- «parece ser una historia de falencias». Así como la parábola de los viñadores homicidas parece ser la «falencia del sueño de Dios».
En la parábola existe un patrón que construye una bella viña y los obreros que matan a todo siervo enviado por él. Pero de aquellas muertes es que todo gana vida:
«Los profetas, los hombres de Dios que hablaron al pueblo, que no fueron oídos, que fueron descartados, serán su gloria. El Hijo, el último enviado, que fue completamente descartado, juzgado, no escuchado y muerto, se tornó la piedra angular. Esta historia, que comienza con un sueño de amor y que parece ser una historia de amor, acaba después en una historia de falencias, acaba con el gran amor de Dios, que del descarte nos da la salvación; de su Hijo descartado, Él nos salva a todos».
Redención y falencias
Aquí la lógica de la falencia «se invierte», afirma el Papa: «La piedra que los constructores rechazaron se tornó la piedra angular. Esto viene del Señor, y es maravilla a nuestros ojos».
«El camino de nuestra redención es un camino de muchas falencias. Hasta incluso el de la cruz es un escándalo, pero es allí que vence el amor. Aquella historia que comienza con un sueño de amor y continúa con una historia de falencias, termina en la victoria del amor: la cruz de Jesús. No debemos olvidarnos de ese camino, es un camino difícil».
Y continuó el Papa: «¡También nuestro camino! Si cada uno de nosotros hace un examen de consciencia, verá cuántas veces, cuántas veces expulsó los profetas. Cuántas veces dijo a Jesús: Ándate; cuántas veces se quiso salvar a sí mismo, cuántas veces pensamos que éramos justos.»
La muerte de cruz y la semilla de amor
El Santo Padre además recomendó: que «no nos olvidemos nunca», que es en la muerte en la Cruz del Hijo de Dios que se manifiesta «el amor de Dios a su pueblo»:
«Nos hará bien recordar, acordarnos de esa historia de amor que parece ser un fracaso, pero al final vence. Es la historia a ser recordada en la historia de nuestra vida, de aquella semilla de amor que Dios sembró en nosotros y hacer lo mismo que Jesús hizo por nosotros: se humilló». (JSG)
De la Redacción de Gaudium Press, con Informaciones de Radio Vaticana
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