Ciudad del Vaticano (Martes, 09-06-2015, Gaudium Press) Al recibir a los obispos puertorriqueños en visita Ad Limina, el Papa Francisco les recordó que una de las tres primeras diócesis fundadas en suelo americano fue en Puerto Rico. Así enfatizó la historia y responsabilidad en su misión evangelizadora.
Tras convocar a unir energías en construir y colabrar en espíritu de comunión, y hablar contra cualquier ideologización política, el Pontífice trato del papel del Obispo junto a sus presbíteros.
Foto: Rome Reports |
«El Obispo es modelo para sus sacerdotes y los anima a buscar siempre la renovación espiritual y a redescubrir la alegría de apacentar su grey dentro de la gran familia de la Iglesia -dijo el Papa. Ante el próximo Jubileo de la Misericordia, recuerden primero ustedes y luego los sacerdotes el servicio de ser fieles servidores del perdón de Dios, sobre todo en el sacramento de la Reconciliación, que permite experimentar en carne propia el amor de Dios y ofrecer a cada penitente la fuente de la verdadera paz interior».
Refiriéndose a la tarea de los laicos, el Papa recuerda a los obispos que «facilitar a los fieles la vida sacramental y ofrecerles una adecuada formación permanente hace posible que también éstos puedan cumplir su propia misión » al tiempo que manifestó el deseo que animados por el ejemplo de insignes laicos «como el beato Carlos Manuel Rodríguez Santiago, modelo de entrega y servicio apostólico, o el venerable maestro Rafael Cordero y Molina, sigan avanzando por el camino de una gozosa adhesión al Evangelio, profundizando en la Doctrina Social de la Iglesia y participando lúcida y serenamente en los debates públicos que atañen a la sociedad en la que viven».
El Pontífice insistió también en la importancia de la pastoral familiar, «ante los graves problemas sociales que la aquejan: la difícil situación económica, la emigración, la violencia doméstica, la desocupación, el narcotráfico, la corrupción. Son realidades que generan preocupación. Permítanme llamar su atención sobre el valor y la belleza del matrimonio. Las diferencias entre hombre y mujer no son para la contraposición o subordinación, sino para la comunión y la generación, siempre a ‘imagen y semejanza’ de Dios. Sin la mutua entrega, ninguno de los dos puede siquiera comprenderse en profundidad El sacramento del matrimonio es signo del amor de Dios por la humanidad y de la entrega de Cristo por su Esposa, la Iglesia. Cuiden este tesoro, uno de los «más importantes de los pueblos latinoamericanos y caribeños».
Con información de Radio Vaticano
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