Redacción (Miércoles, 10-06-2015, Gaudium Press) La incidencia global de esa pandemia llamada depresión es cada vez mayor.
La depresión es la primera causa de incapacidad en el mundo entre las personas mayores de cinco años. Es la segunda causa de muerte de mujeres jóvenes y la tercera de hombres jóvenes en los EE.UU. «La depresión representa, después de las enfermedades cardíacas, las mayor carga sanitaria si se calcula la mortalidad prematura y los años de vida útil que se pierden por incapacidad. La depresión representa más años perdidos que la guerra, el cáncer y el sida juntos». 1
Quien no ha pasado por aquella triste tortura titulada depresión mayor podrá tal vez imaginarla, podrá acercarse teóricamente a su vivencia, pero nunca experimentará en viva piel las oscuridades de tal abismo, tan dramática es. Cosas, actividades que a la persona le resultaban otrora agradables van perdiendo su brillo, ya no tienen encanto, terminan siendo insípidas, aburridas, y finalmente no practicadas.
Detrás de un cielo maravilloso, hay un cielo aún mejor, el cielo de la perfección junto a Dios |
Compartir una amena conversación con inteligentes y agradables personas; salir a un restaurante de categoría a degustar un suculento plato, un plácido o desafiante vino; contemplar el ancho, cristalino y bello mar, o un lindo valle o campo: prácticas diversas que antaño se teñían de vivos colores produciendo una alegría anticipada y actual, van perdiendo progresivamente la fuerza de sus tonalidades, ven diluir con el paso del tiempo su colorido, finalmente se tornan de tonos grises generando lo muy monótono, cuando no se convierten en una insípida masa negra para el deprimido. La persona a veces se encierra en su habitación por días (en todo caso se encierra en sí misma); se va perdiendo la confianza en sí mismo, a veces de forma total; pensamientos de destrucción personal hacen su siniestra aparición, por veces de forma fríamente agobiante, por veces con carácter mortal…
Una de las líneas de tratamiento para personas deprimidas, muy difundida, es el incremento de actividades que le reporten algo de agrado, aunque sea pequeño. Y aunque no se sienta ningún placer, no obstante se indica al deprimido que debe mantener la actividad o debe generarla si la ha perdido, ojalá con la planeación y ayuda de un cercano. Tareas no complicadas, en las cuáles el deprimido pueda reconocer pequeñas conquistas, fruir de pequeñas-grandes victorias. Ahora, al pensar en esta línea terapéutica, somos llevados a una consideración más general, más filosófica, que consideramos también útil para tratar y prevenir la depresión.
En filosofía cristiana se dice que la existencia de una potencia clama por su acto propio. Es decir -y aplicando lo anterior al caso del ser humano y pensando en la depresión- nacemos con una serie de capacidades que piden ser desarrolladas. Son los talentos de la magnífica parábola de los talentos del Señor. Todos estamos llamados a multiplicar los talentos, a doblarlos como ocurre en la parábola, y no a esconderlos bajo tierra. Ese desarrollar de las potencialidades (sinónimo de actividad de verdadero crecimiento humano) es también un ir dibujando paso a paso en el alma un mayor reflejo del Creador, camino donde se halla alta felicidad, y por ende excelente ‘vacuna’ de la depresión. La cuota que nos es destinada de felicidad humana se encuentra en el desarrollo de las potencialidades rumbo a Dios, desarrollo que al tiempo que es dichoso, es de lucha, tesón y sacrificio.
Realmente, el ser humano está ‘condenado’ a transitar el camino del perfeccionamiento, a buscar la perfección humana y espiritual; está obligado a ser cada vez más un mejor reflejo de Dios; no puede optar por no ir acercándose al cielo del refinamiento, del primor, de la exquisitez, al cielo de Dios, so pena de ser campo fértil para la depresión y para otras cosas.
Es bien cierto, finalmente, que al considerar la importantísima atención espiritual de la persona deprimida, tenemos presente eso de sobra sabido, que «la presencia de creencias religiosas en el individuo tiene un efecto beneficioso para la salud», y que entretanto «la espiritualidad hay que entenderla en este caso como una fuerza que ayuda a la curación y no como un sustituto de los cuidados médicos». 2
Sin embargo, sabemos también que el mayor obstáculo para el desarrollo de las múltiples posibilidades del ser humano -desarrollo que, insistimos, es preventivo de la depresión- son las varias malas inclinaciones que todos llevamos dentro desde que somos concebidos en el seno materno. Y no podemos dejar de afirmar aquí que no existe mayor fuerza para contrariar estas inclinaciones que la derivada de la gracia, proveniente de la oración y los sacramentos de la Iglesia católica, apostólica y romana.
Por Saúl Castiblanco
___
1. Solomon , Andrew. El demonio de la depresión – Un atlas de la enfermedad. Penguin Random House. 2015. Bogotá. p. 29
2. Cabanyes, Jorge. Monge, Miguel Ángel. La salud mental y sus cuidados. EUNSA. Barañáin. 2010. p. 342
Deje su Comentario