domingo, 24 de noviembre de 2024
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Las aguas de Meriba

Redacción (Viernes, 11-06-2015, Gaudium Press) Por orden de Dios, Moisés pidió a los jefes de las Doce Tribus que cada uno le entregase una vara, en la cual escribiesen el respectivo nombre.

La vara florida de Aarón

Obtenidas las varas -en una de las cuales estaba escrito el nombre de Aarón-, el profeta las colocó en el Tabernáculo, junto al Arca de la Alianza. Al día siguiente, la vara de Aarón «había producido brotes y dado flores y almendras maduras» (Nm 17, 23).

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El Señor mandó, entonces, que la vara de Aarón fuese colocada dentro del Arca de la Alianza, como señal para los rebeldes que frecuentemente se quejaban contra Dios (cf Nm 17, 25).

De ese modo, el Altísimo quiso mostrar que «las honras del sacerdocio cayesen exclusivamente a Aarón y sus descendientes» 1; por tanto, el sacerdocio no era común a todo el pueblo, como pretendían los rebeldes Coré y su bando (cf. Nm 16, 2-3).

Por 40 años los israelitas vagaron por el desierto. A lo largo de todo ese tiempo, muchos habían fallecido; en determinado día, murió María, la hermana mayor de Moisés y Aarón. Aunque, en aquella época las personas fuesen longevas, una nueva generación surgiera.

«No creísteis en Mí»

Como ya había ocurrido anteriormente en otros lugares, en Meriba 2 faltó agua y el pueblo se reveló contra Moisés y Aarón, diciendo: «¿Por qué nos hicisteis salir de Egipto y nos trajisteis a un lugar tan horrible como este […], donde ni siquiera agua existe para beber?» (Nm 20, 5). «Esta joven generación imita en todos los puntos, a pesar de las lecciones de la Historia, la conducta y hasta el lenguaje de la antigua». 3

Moisés y Aarón se dirigieron a la entrada de la Tienda del Encuentro, donde se prosternaron con el rostro en tierra. Entonces, Dios dijo a Moisés que tomase su vara y, juntamente con Aarón, reuniese a todo el pueblo delante de una piedra. Y agregó: «Hablad a la piedra para que ella de agua» (Nm 20, 8); entonces chorreará agua para quitar la sed de las personas y los animales.

El profeta tomó su bastón y, juntamente con Aarón, reunió al pueblo. Entonces golpeó dos veces la roca con la vara, y chorreó agua en abundancia. Pero la actitud de Moisés y Aarón descontentó a Dios, que les dijo: «Visto que no creísteis en Mí para manifestar mi santidad a los ojos de los israelitas, no introduciréis esta asamblea en la tierra que le voy a dar» (Nm 20, 12).

La falta cometida por Moisés y Aarón

¿En qué consistió propiamente la falta de Moisés? Algunos afirmaron que él pecó porque, en vez de hablar a la roca, la golpeó. Pero esa explicación parece poco justificable -explica Fillion-, pues si Dios le mandó tomar su bastón fue para que fuese utilizado, como aconteciera en Rafidim (cf. Ex 17, 5-6).

Moisés golpeó la roca dos veces, lo que revela cierta impaciencia; por un momento, su fe vaciló. Pero fueron sus palabras las que lo tornaron culpable, como expresa el salmista: «Ellos lo irritaron junto a las aguas de Meriba, y Moisés sufrió por causa de ellos; pues aborrecieron su espíritu, y él dijo palabras mal habladas» (Sl 106, 32-33).

«Aarón participó de ese pecado nada haciendo para evitarlo» 4 Por eso, ambos recibieron el castigo: no deberán entrar en la Tierra Prometida.

Ambos se arrepintieron de esa falta, y Moisés creció en el amor de Dios, en la humildad y alcanzó tal santidad, que tuvo la gloria de estar, juntamente con el Profeta Elías, en el Tabor, cuando Nuestro Señor se transfiguró.

Muerte de Aarón

Los israelitas levantaron el campamento y se dirigieron al Monte Hor. Allá llegando, Dios habló a Moisés y Aarón que este luego moriría, y Moisés debería retirar las vestiduras de sumo sacerdote de Aarón y colocarlas en Eleazar, hijo de Aarón, a la vista de todo el pueblo.

Moisés así lo hizo y poco después Aarón falleció, en la edad de 123 años (cf. Nm 33,39). Que la Santísima Virgen nos obtenga la gracia de una Fe inamovible y la certeza de que vendrá el triunfo de Su Inmaculado Corazón, como Ella prometió en Fátima.

Por Paulo Francisco Martos

(Nociones de Historia Sagrada – 32)
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1 – SÃO JOÃO BOSCO. História Sagrada. 10 ed. São Paulo: Salesiana, 1949, p.82.
2 – Trata-se de um local diferente de Massa e Meriba, onde também houve um milagre semelhante (cf. Ex 17, 7).
3 – FILLION, Louis-Claude. La Sainte Bible commentée. 6. ed. Paris: Letouzey et ané. 1923, v. 1,
p. 496.
4 – Idem, ibidem, p. 497

 

 

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