Santiago (Martes, 11-08-2009, Gaudium Press) En la mañana del lunes 10 se realizó en la diócesis de Iquique la tradicional fiesta de San Lorenzo, santo patrono del pueblo de Tarapacá. La eucaristía fue presidida por el Obispo de Iquique, monseñor Marco Antonio Órdenes y contó con la presencia de diversas autoridades municipales y regionales, entre ellas la Gobernadora Provincial Miriam Escobar. La jornada estuvo marcada por los coloridos bailes de los grupos religiosos que se tomaron las calles para celebrar al santo.
Apoyado en el Evangelio, el Obispo destacó la práctica del mensaje de Jesús que encarnó el Santo celebrado y se cuestionó sobre las formas en que nosotros podemos imitar su ejemplo. «Cuando contemplamos a Lorenzo, contemplamos que las palabras de Jesús se hicieron verdad en él: amó a Dios con toda su alma, con todo su ser para constituirse en un ministro para su pueblo y entonces lo amo siendo capaz de morir como el grano de trigo. Por eso las Palabras de Cristo se cumplen también en sus discípulos. Se han cumplido con heroísmo y martirio en la vida de Lorenzo, y surge en ustedes como en mí, el deseo de que estas palabras también se cumplan en nosotros», señaló.
Sobre el modo de vivir estas palabras, el prelado manifestó que es necesaria la práctica fundamental y cotidiana de amar con generosidad al otro. «Cada vez que yo busco el bien de los demás y no solo mi propio bien, cada vez que hago las cosas con rectitud de conciencia, buscando servir de verdad, porque el que quiere servir con verdad al otro, tendrá que estar dispuesto todos los días, a morirse un poco a sí mismo (…) en esto consiste la radicalidad del amor en que no me quedo pendiente de mi mismo, sino que empiezo a buscar lo que es bueno, justo para el prójimo» sentenció.
Patrono de los Diáconos
Por su parte, en la sureña diócesis de Concepción se celebró el Día del Diácono, en el contexto de la festividad de San Lorenzo, patrono de los diáconos. En la ocasión se ofició una misa celebrada por el Arzobispo de Concepción, monseñor Ricardo Ezzati, en la que participaron la mayoría de los 33 diáconos permanentes de la Arquidiócesis.
En su homilía el prelado agradeció a Dios por el servicio que prestan los diáconos en cada una de sus comunidades y bendijo especialmente a sus esposas. «El día de su ordenación diaconal han recibido la gracia del Espíritu Santo, que los ha transformado en el signo de Jesús servidor y buen samaritano. Y desde ese momento, la gracia del espíritu no dejará de acompañarlos para que encuentre en ustedes la respuesta adecuada a la vocación grande que el Señor les ha regalado», indicó.
Al finalizar el obispo dedicó algunas palabras para quienes se están preparando a recibir el ministerio del diaconado, invitándolos a profundizar el significado de su vocación y a estar preparados para recibirlo como un don de Dios. «Hoy, en la Iglesia, el don del ministerio del diaconal ha adquirido una relevancia del todo particular. Los diáconos están llamados por Dios, no porque faltan sacerdotes, sino porque vienen de Él y reciben de Él una vocación particular. Por eso se llama diaconado permanente. Algo que permanece en la vida, es una vocación origina», finalizó.
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