Puerto Alegre (Miércoles, 24-06-2015, Gaudium Press) En su más reciente artículo, Mons. Jaime Spengler, Arzobispo de Puerto Alegre, en el estado de Río Grande del Sur, Brasil, escribió que el mes de junio está marcado por las fiestas juninas y en muchas ciudades de Brasil el pueblo acostumbra reunirse para festejar a San Antonio, San Juan Bautista y San Pedro.
San Pedro |
Según el Prelado, las fiestas juninas son marcadas por la alegría y animadas por las danzas, músicas típicas, comidas características, hoguera grande, matrimonio ‘caipira’, banderitas coloridas y fuegos de artificio. Para él, tales fiestas son oportunidad privilegiada para encuentro entre las personas; recuerdo de un estilo de vida, a veces, distante en el tiempo, pero que trae ‘saudades’ por la simplicidad, alegría, el compartir, relajación y fe.
Festejos populares que resalta la obra divina realizada en San Antonio, el Bautista y San Pedro
Todavía de acuerdo con el Arzobispo, los festejos populares juninos son expresión de la obra divina realizada en las figuras de San Antonio, San Juan y San Pedro. Él explica que San Antonio es invocado especialmente en las dificultades; San Juan es aquel que fue enviado a preparar los caminos del Señor; San Pedro es la roca escogida sobre la cual el Señor edificó su Iglesia.
San Antonio |
«Estos tres hombres, por caminos distintos, cooperaron y cooperan para que la obra de Jesús continúe en el tiempo. Pedro es la garantía de la unidad de la Iglesia; Juan es aquel que va abriendo caminos; Antonio acompaña e intercede en las dificultades y desafíos», completa.
Además, Mons. Jaime resalta que es posible ver, de un lado, el pueblo cantando y haciendo fiesta, alegrándose y divirtiéndose, danzando y compartiendo platos típicos; de otro, vemos la comunidad de fe que en la liturgia hace memoria de hombres que se destacaron en el camino de la fe. Conforme él, algunos son celebrados de forma solemne, otros de forma más simple, pero la piedad popular se encargó de dar el tono tanto de una cuanto de la otra forma.
«Entre el pueblo hay, diluido y explicitado, todavía un sentido que da unidad a todo lo que existe y nos sucede en la experiencia. Este sentido se coloca a disposición de todos a través de nuestras tradiciones culturales que representan la hipótesis de realidad con que cada ser humano puede mirar el mundo en que vive. Eso se expresa, por ejemplo, en la religiosidad popular. Entretanto, en un mundo donde todo se torna motivo de negocio, incluso las tradiciones culturales y religiosas, con su sabiduría, van perdiendo su característica de ofrecer significado a la vida y al mundo», evalúa.
San Juan Bautista |
Otra cuestión abordada por el Prelado es que la religiosidad popular, que se expresa de forma tan humana y bella, tan simple y rica en las fiestas juninas, puede ser expresión de un deseo latente profundo en el alma de nuestra gente que busca un mundo mejor, marcado por paz, fraternidad y justicia, y por eso no se cansa de luchar para superar todo tipo de dificultades (San Antonio); se empeña por cooperar en la preparación de caminos en vista de un mundo un poco mejor para las nuevas generaciones (San Juan); y desea un fundamento firme sobre el cual pueda construir un futuro promisor, a partir de un proyecto claro de nación (San Pedro).
Por último, Mons. Jaime afirma que las fiestas juninas, expresión de la religiosidad del pueblo, están pegadas a lo cotidiano de la vida, pues ellas son expresión del deseo humano de confraternización; permiten construir comunión y unidad; reflejan una comprensión latente del ambiente en el cual el ser humano se encuentra inserido.
«Ellas son espacio para cultivar la posibilidad de un mundo transformado, donde dificultades imputadas puedan ser superadas, bloqueos e impedimentos, deshechos y la unidad, construida», concluye. (FB)
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