Ciudad del Vaticano (Martes, 30-06-2015, Gaudium Press) En la solemnidad de los Apóstoles Pedro y Pablo, el pasado domingo, el Papa Francisco bendijo los palios destinados a los nuevos Arzobispo Metropolitanos, 46 en total. El Palio es una banda de lana blanca, adornada con cruces, que simboliza la oveja colocada sobre los hombres del Buen Pastor, y que es signo también de la comunión de los Arzobispos con el Papa, Pastor Universal de la Iglesia.
En esta ocasión, ha sido deseo expreso del Papa Francisco el entregar de forma privada el Palio para que este sea impuesto en un segundo momento por el Nuncio Apostólico del país de origen del prelado, de manera que los fieles de las jurisdicciones de los nuevos Arzobispos participen de la alegría de ese vínculo especial con el Papa, y para poner de relieve ante toda la comunidad la sinodalidad.
Tras la bendición de los palios, el Pontífice presidió la celebración eucarística con los nuevos Arzobispos metropolitanos.
Durante la homilía, el Papa Francisco trató de la valentía de los apostóles y la primera comunidad cristiana acosada por la persecución, y recordó que hoy existen también una persecuciones «atroces, inhumanas e inexplicables», con frecuencia bajo la mirada y el silencio de todos.
El Pontífice en su homilía resaltó la importancia de la oración. «La comunidad era una Iglesia en oración: ‘Mientras Pedro estaba en la cárcel bien custodiado, la Iglesia oraba insistentemente a Dios por él’ . Y si pensamos en Roma, las catacumbas no eran lugares donde huir de las persecuciones sino, sobre todo, lugares de oración, donde santificar el domingo y elevar, desde el seno de la tierra, una adoración a Dios que no olvida nunca a sus hijos». En esa línea, el Papa convocó a los nuevos Arzobispos a De la misma manera, a «enseñar a rezar rezando, a anunciar la fe creyendo y a dar testimonio con la vida».
El Papa también hizo una reflexión sobre la fortaleza de la Iglesia, a lo largo del tiempo y en medio de todas las vicisitudes:
«Cuántas fuerzas, a lo largo de la historia, ha intentado y siguen intentando acabar con la Iglesia, desde fuera y desde dentro, pero todas ellas pasan y la Iglesia sigue viva y fecunda, inexplicablemente a salvo para que, como dice san Pablo, pueda aclamar: ‘A Él la gloria por los siglos de los siglos’ «.
«Todo pasa, solo Dios permanece. Han pasado reinos, pueblos, culturas, naciones, ideologías, potencias, pero la Iglesia, fundada sobre Cristo, a través de tantas tempestades y a pesar de nuestros muchos pecados, permanece fiel al depósito de la fe en el servicio, porque la Iglesia no es de los Papas, de los obispos, de los sacerdotes y tampoco de los fieles, es única y exclusivamente de Cristo. Solo quien vive en Cristo promueve y defiende a la Iglesia con la santidad de vida, a ejemplo de Pedro y Pablo», expresó el Pontífice.
Finalmente, a los nuevos Arzobispos, tras indicarles que «la Iglesia os quiere hombres de fe, maestros de fe», el Papa convocó a ser «hombres de testimonio».
«Decía san Francisco a sus hermanos: Predicad siempre el Evangelio y, si fuera necesario, también con las palabras. No hay testimonio sin una vida coherente. Hoy no se necesita tanto maestros, sino testigos valientes, convencidos y convincentes, testigos que no se avergüencen del Nombre de Cristo y de su Cruz ni ante leones rugientes ni ante las potencias de este mundo, a ejemplo de Pedro y Pablo», señaló el Papa.
Con información de Radio Vaticano
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