Quito (Miércoles, 08-07-2015, Gaudium Press) Ayer, en la bella iglesia de San Francisco de Quito, otra de las varias joyas del centro histórico de la capital ecuatoriana, el Papa Francisco se dirigió al mundo de la cultura, la economía, el voluntariado y los pueblos indígenas amazónicos, entre otros. Era la reunión del Pontífice con los representantes de la sociedad civil del país.
Después de afirmar que la calurosa acogida que ha tenido en tierras ecuatorianas hace que se sienta verdaderamente «en casa», el Papa Francisco ha construido su discurso en torno a tres ejes, tres conceptos: la gratuidad, la solidaridad y la subsidiariedad, vistos desde una perspectiva familiar.
Foto: CTV – Rome Reports |
Al contrario de la «cultura del descarte», la cultura del individualismo, «en las familias todos contribuyen al proyecto común, todos trabajan por el bien común, pero sin anular al individuo; al contrario, lo sostienen, lo promueven. Se pelean, pero hay algo que no se mueve: ese lazo familiar. Las peleas de familia son reconciliaciones después. Las alegrías y las penas de cada uno son asumidas por todos».
Concebido desde el buen ámbito familiar, el Papa desarrolló el concepto de gratuidad: «La gratuidad: para los padres, todos sus hijos, aunque cada uno tenga su propia índole, son igual de queribles. En cambio, el niño, cuando se niega a compartir lo que recibe gratuitamente de ellos, de los padres, rompe esta relación o entra en crisis, fenómeno más común». Pero para contrariar la tendencia al individualismo exacerbado, «el amor de los padres lo ayuda a salir [al niño] de su egoísmo para que aprenda a convivir con el que viene y con los demás, que aprenda a ceder, para abrirse al otro». Así debe concebirse el ‘funcionamiento’ interno de una sociedad.
«De la fraternidad vivida en la familia, nace ese segundo valor, la solidaridad en la sociedad, que no consiste únicamente en dar al necesitado, sino en ser responsables los unos a los otros. Si vemos en el otro a un hermano, nadie puede quedar excluido, nadie puede quedar apartado». Una solidaridad que en un país como el Ecuador, y de varias otras naciones latinoamericanas que enfrentan retos de todo tipo, procura «la inclusión, abrir espacios de diálogo, espacios de encuentro».
Indicó el Pontífice que «el respeto del otro que se aprende en la familia se traduce en el ámbito social en la subsidiariedad. O sea, gratuidad, solidaridad, subsidiariedad. Asumir que nuestra opción no es necesariamente la única legítima es un sano ejercicio de humildad. Al reconocer lo bueno que hay en los demás, incluso con sus limitaciones, vemos la riqueza que entraña la diversidad y el valor de la complementariedad. (…) En el respeto de la libertad, la sociedad civil está llamada a promover a cada persona y agente social para que pueda asumir su propio papel y contribuir desde su especificidad al bien común».
Finalmente el Papa declaró que la Iglesia siempre será solícita colaboradora en la consecución del «bien común, desde sus actividades sociales, educativas, promoviendo los valores éticos y espirituales, siendo un signo profético que lleve un rayo de luz y esperanza a todos, especialmente a los más necesitados». El Papa Francisco invocó al Señor para que «conceda a la sociedad civil que ustedes representan ser siempre ese ámbito adecuado donde se viva en casa, donde se vivan estos valores de la gratuidad, de la solidaridad y de la subsidiariedad».
Con información de Radio Vaticano
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