Roma (Viernes, 10-07-2015, Gaudium Press) Italia tiene su propia gran peregrinación a pie, cargada de gran tradición de fe, historia, y cultura local: La Vía Francígena, un camino que recorre el país desde la frontera con Suiza hasta Roma, siguiendo los pasos de los peregrinos que comenzaron a viajar a la Ciudad Eterna en el siglo VII.
Los peregrinos recorren a pie los campos de italia con dirección a Roma. Foto: viefrancigene.org |
La ruta actual sigue un trazado alternativo porque la Via Cassia, el principal camino de la época, es hoy una gran autopista ciertamente no apta para los caminantes, pero la experiencia de cruzar los campos de Italia permite a los peregrinos participar de la peregrinación más característica de la Iglesia junto a la de Jerusalén. «El caminar en sí mismo fue arduo, pero no brutal», relató Clara Dorfman, una estudiante estadounidense que realizó una porción de la Vía a Catholic News Service. «El camino principal de la Vía Francígena está marcado con señaladores rojos y blancos y deambula por colinas y campos de campesinos locales».
A la manera del Camino de Santiago en España, los peregrinos cuentan con una credencial con espacio para los sellos de los diferentes lugares visitados, lo que certifica el recorrido realizado. Si bien la ruta completa tomaría varias semanas, los peregrinos – principalmente italianos – han tomado la costumbre de dividir la ruta en fines de semana para poder regresar a casa y trabajar, retomando el lugar alcanzado el fin de semana siguiente. Al igual que el Camino de Santiago, la ruta convencional comienza en la frontera del país, pero el trazado original puede seguirse desde mucho más lejos y cuenta con etapas en Inglaterra, Francia y Suiza. De hecho, existe también una ruta para conectar la Vía Francígena con el Camino de Santiago, con la posibilidad de visitar el Santuario de Lourdes en Francia durante el recorrido.
La Vía aún no cuenta con una red de albergues propia como la del Camino español, pero sí existen opciones de alojamiento para peregrinos a costos reducidos en comparación al de otras formas de viaje, con una gran ventaja: «Ofrece la oportunidad de reflexión sobre la vida y la fe para quienes la buscan, a lo largo de una ruta tomada por incontables cristianos en los últimos mil años», expresó Dorfman. «Es una forma económica de ver parte del territorio de campo de Italia y participar personalmente de un fenómeno ancestral de la fe católica».
Con información de Catholic News Service y Vía Francígena.
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