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Asunción (Martes, 14-07-2015, Gaudium Press) El Papa Francisco rezó el Ángelus de ese domingo, 10 de julio, en Asunción, capital paraguaya, el último día de su visita al país.
«Al final de esta celebración, volvemos con confianza nuestra mirada para la Virgen María, Madre de Dios y nuestra Madre. Ella es el regalo de Jesús a su pueblo. Él nos la dio como madre en la hora de la cruz y el sufrimiento. Es fruto de la entrega de Cristo por nosotros. Y, desde entonces, siempre estuvo y estará con sus hijos, especialmente los más humildes y necesitados», fueron las palabras iniciales del Papa.
En seguida agregó Francisco:
«Nuestra Señora entró en el tejido de la historia de nuestros pueblos con sus gentes».
«Como en muchos otros países de América Latina, la fe de los paraguayos está impregnada de amor a la Virgen. Acuden confiadamente a su Madre, le abren su corazón y le confían sus alegrías y penas, sus esperanzas y sufrimientos. La Virgen los consuela y, con la ternura de su amor, enciende en ellos la esperanza. No dejéis de invocar y confiar en María, Madre de misericordia para todos sus hijos sin distinción».
El Pontífice continuó hablando de Nuestra Señora y de la devoción a Ella e hizo una oración por la Iglesia:
«A la Virgen, que perseveró en oración con los Apóstoles a la espera del Espíritu Santo le pido también que vele por la Iglesia y fortalezca los vínculos fraternos entre todos sus miembros. Pueda la Iglesia, con la ayuda de María, ser casa de todos, una casa que sepa hospedar, una madre para todos los pueblos».
Y, para concluir, el Papa dijo con amabilidad:
«Sé bien cuánto amáis al Papa aquí en Paraguay. También yo os llevo en el corazón y rezo por vosotros y por vuestro país». (JSG)
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