domingo, 24 de noviembre de 2024
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Cardenal Norberto Rivera celebra Eucaristía por sus 20 años como Arzobispo de México

Ciudad de México (Lunes, 27-07-2015, Gaudium Press) «Hace ya veinte años, el 26 de julio de 1995, con gran cariño y esperanza fui recibido en esta misma Catedral como Arzobispo de México», relató el Cardenal Norberto Rivera en la solemne Eucaristía celebrada el pasado domingo 26 de julio de 2015 con motivo de su aniversario episcopal en la Catedral Primada de México, en el Distrito Federal.

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El Cardenal Norberto Rivera (Centro) celebró 20 años de servicio como Arzobispo Primado de México. Foto: SIAME.

Dos décadas después de asumir este importante ministerio, el Card. Rivera reflexionó sobre lo que significa para él ejecutar esta misión. «Convertirme en Arzobispo primado de México, fue y sigue siendo para mí una gracia inmerecida, un reto imposible de realizar sin la ayuda de Dios que siempre se ha mostrado misericordioso, pese a mi fragilidad», describió el purpurado, quien además siente dirigidas a sí mismo las palabras de Cristo: «apacienta mis ovejas».

Un aspecto destacado del balance del Arzobispo fue la misión que desempeña al administrar la Arquidiócesis en la que se venera a la Santísima Virgen en el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, la devoción mariana de mayor importancia en México y gran parte de América. Tras su nombramiento, relató, «acudí como un peregrino más a los pies de la Virgen de Guadalupe, fui a ponerme en su regazo, a pedir su amparo materno para poder llevar a cabo la encomienda hecha a mi predecesor, fray Juan de Zumárraga, de custodiar la divina tilma y propagar tan maravilloso milagro».

«Como gratitud a la Morenita del Tepeyac, he custodiado con devoción su imagen sagrada, durante mi episcopado -gracias a la generosidad de tantas personas-, la Plaza Mariana se amplió al doble de su capacidad y se construyó el complejo destinado a ser un centro de evangelización», describió. El Cardenal destacó que en ese mismo lugar recibió en dos oportunidades al Papa San Juan Pablo II y participó en la Canonización del indígena vidente San Juan Diego.

El Card. Rivera agradeció el trabajo y colaboración de los sacerdotes de la Arquidiócesis, la ayuda y testimonio de los laicos y la entrega de los religiosos, en particular las oraciones de las religiosas de vida contemplativa, «pues sin el apoyo de su oración no me hubiera sido posible llevar avante esta gran responsabilidad».

El Arzobispo destacó otros avances de la Iglesia local e incluso pidió perdón a quienes «sin querer, he ofendido o decepcionado», expresando su debilidad personal pero también su compromiso de servicio desinteresado en favor de todos. «Una y mil veces más: ¡Gracias!», concluyó el Cardenal. «Y sigo pidiendo no solo su oración sino su colaboración constante para que esta Iglesia tenga vida y de vida en abundancia, porque ese es el deseo de Jesús».

Con información de Sistema Informativo de la Arquidiócesis de México

 

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