Greenville (Miércoles, 29-07-2015, Gaudium Press) El sacerdote estadounidense Dwight Longenecker, quien es él mismo un célebre convertido proveniente del anglicanismo, compartió en su blog personal el testimonio real de conversión escrito por un seglar que afirmó haber sido convertido por la belleza que descubrió en la fe católica. Sus palabras motivan una reflexión sobre las riquezas que los creyentes pueden no valorar suficientemente y un llamado a no dudar en emplear en la evangelización la que el Pontificio Consejo para la Cultura llama «Via Pulchritudinis», el Camino de la Belleza.
La Belleza es un camino de evangelización que llega de manera universal a creyentes y no creyentes. Foto: Gustavo Kralj / Gaudium Press |
La llegada de Tom – nombre empleado para proteger la identidad del autor del testimonio – a la ciudad de Greenville en Estados Unidos se produjo en medio de una fuerte crisis de su vida. Habiendo perdido la práctica de la fe cristiana pentecostal de su infancia y tras un fracaso matrimonial, sentía un inquietud espiritual profunda. «Estaba buscando algo más, alguna forma de encontrar a Cristo de nuevo», confesó en una carta al sacerdote.
El encuentro con la belleza
«Todo el tiempo que viví en Greenville estuve en un cuarto rentado en el sótano de un complejo de apartamentos», recordó. El lugar era pequeño, encerrado y padecía el ruido de un cuarto de lavado contiguo. «Era mejor que nada, pero viví solo y solitario». Ese era el entorno y situación de vida que lo caracterizaba hasta que sucedió algo transformador: «Entró la belleza. El tipo de belleza al que el Padre Barron (Hoy Obispo auxiliar de Los Ángeles, n. de r.) se refiere cuando habla de evangelizar a través de la belleza».
Un Rosario, una estampa religiosa, una imagen devota… son caminos de ingreso de la belleza de la fe en la vida cotidiana. Foto: FotoKatolik |
En contraste con su residencia y las características de su trabajo en tecnología en un cubículo «escuálido y sin rasgos distintivos» según describió Tom, la experiencia de conocer la Parroquia de Nuestra Señora del Rosario fue una revelación de lo que su espíritu necesitaba. «El catolicismo no comienza siendo masivamente ‘amigable con el usuario’ desde la entrada. Usted debe de verdad querer ser católico para llegar a serlo apropiadamente», recordó. «Pero hay una gran cantidad de belleza en el catolicismo tal como lo encontré en Nuestra Señora del Rosario».
«Una o dos veces por semana podía dejar la esterilidad de mi trabajo y mi pequeña habitación para ir a Misa en un lugar hermoso, con música bella y bellas personas». La acogida de la comunidad católica fue una gran motivación para el converso, quien realizó su preparación a través del Rito de iniciación Cristiana para Adultos.
La experiencia no se quedó solamente en el templo parroquial. «La belleza fue llevada a mi vida privada», recordó el hombre. «Después de un tiempo mi cuarto se hizo más bello. Una cruz en mi escritorio. Y luego un Rosario que le pedí que me bendijera (al P. Longenecker). Un misal diario para leer. Una vela y un grupo de estampas de oración», enumeró el convertido. «Me costó acostumbrarme con años de pobreza interior y dolor. Pero la belleza del catolicismo me absorbió y comenzó a curar esas heridas. Sabía que estaba conectando con Dios y su pueblo en una forma profunda y significativa».
¿Cuántas personas se pierden por falta de belleza?
La arquitectura sacra predica la fe y eleva al espíritu en servicio a la Liturgia. Foto: Gustavo Kralj / Gaudium Press. |
El relato de la conversión de Tom acaba con una reflexión más compleja. Tras el tiempo de estancia en Greenville, él se mudó a otra población donde no pudo encontrar el mismo grado de compromiso con la belleza en su parroquia. «Había muy poca música. Sólo un poco de piano para la procesión. No había incienso, no había entonación, sólo un par de cirios, nadie se inclinaba ante el Tabernáculo», describió, lamentando que algunas partes de la liturgia eran apenas reconocibles y la comunidad parecía fría e indiferente. Sabía muy bien que esta experiencia no reflejaba la auténtica vida de la Iglesia, pero no pudo evitar pensar que si él hubiera encontrado esto en su búsqueda inicial no habría podido valorar la fe católica.
«¿Cuántas personas se pierden día a día porque un poco de belleza no resplandece en el lugar que debería?», cuestionó el feligrés tras su experiencia. «Estoy bien consciente de que puedo buscar un lugar mejor. Pero ya no se trata sólo de lo que ‘yo’ necesito o deseo. Estoy molesto porque en verdad creo que hay almas que se están perdiendo si la Iglesia no se preocupa de ser La Iglesia. Si alguien me preguntara: ‘Tom, ¿de verdad crees que la gente se va a ir al infierno si nuestro templo no es bello y las personas no son amigables?’ – Sí. Sí creo eso de verdad».
El P. Longenecker concluyó la transcripción de este relato real explicando que este es el motivo por el cual en su parroquia se trabaja arduamente para realizar el proyecto de un nuevo templo, más grande y más hermoso que el anterior. «La belleza importa y las personas son convertidas por la belleza», afirmó.
Con información de P. Dwight Longenecker.
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