Ciudad del Vaticano (Lunes, 10-08-2015, Gaudium Press) Meditando la lectura evangélica del texto de San Juan (Jn 6, 41-51), el Papa Francisco profundizó en el misterio de la eucaristía.
Después de la multiplicación de los peces y los panes «la gente lo busca, la gente lo escucha, porque se ha quedado entusiasmada con el milagro: ¡querían hacerlo rey! Pero cuando Jesús afirma que el verdadero pan, donado por Dios, es Él mismo, muchos se escandalizan, no comprenden, y comienzan a murmurar entre ellos: ‘¿Acaso este – decían – no es Jesús, el hijo de José? Nosotros conocemos a su padre y a su madre. ¿Cómo puede decir ahora: «Yo he bajado del cielo’? (Jn 6,42). Y comienzan a murmurar. Entonces Jesús responde: ‘Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me envió’, y añade ‘Les aseguro que el que cree, tiene Vida eterna’ (vv 44.47)».
Foto: Radio Vaticano |
«Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me envió». Sobre esta frase el Papa enfatiza el papel trinitario en el conocimiento de la persona del Verbo. «No basta encontrar a Jesús para creer en Él, no basta leer la Biblia, el Evangelio: esto es importante ¿eh? Pero no basta. No basta ni siquiera asistir a un milagro, como aquel de la multiplicación de los panes. Muchas personas estuvieron en estrecho contacto con Jesús y no le creyeron, es más, también lo despreciaron y condenaron. Y yo me pregunto: ¿por qué, esto? ¿No fueron atraídos por el padre? No: esto sucedió porque su corazón estaba cerrado a la acción del Espíritu de Dios. Y si tú tienes el corazón cerrado la fe no entra. Dios Padre siempre nos atrae hacia Jesús: somos nosotros quienes abrimos nuestro corazón o lo cerramos».
Jesús nos atrae por la fe, «que es como una semilla en lo profundo del corazón». Por la fe «reconocemos en su rostro el Rostro de Dios y en sus palabras la Palabra de Dios, porque el Espíritu Santo nos ha hecho entrar en la relación de amor y de vida que hay entre Jesús y Dios Padre. Y allí nosotros recibimos el don, el regalo de la fe».
Es por la fe que «podemos comprender el sentido del «Pan de la vida» que Jesús nos dona, y que Él expresa de esta manera: «Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo» (Jn 06:51). En Jesús, en su «carne» – es decir, en su concreta humanidad – está presente todo el amor de Dios, que es el Espíritu Santo. Quien se deja atraer por este amor va hacia Jesús, y va con fe, y recibe de Él la vida, la vida eterna».
El Papa puso finalmente, como ejemplo de fe que nos lleva a Jesús eucarístico, a la Virgen Santísima.
Con información de Radio Vaticano
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