Ciudad del Vaticano (Miércoles, 12-08-2015, Gaudium Press) Hoy en la Audiencia General, realizada en el aula vaticana Pablo VI, el Papa anunció sendas reflexiones sobre «sobre tres dimensiones que marcan, por así decir, el ritmo de la vida familiar: la fiesta, el trabajo y la oración».
El Papa hoy trató el tema de la fiesta, desde la perspectiva cristiana.
Foto: Radio Vaticano |
El Pontífice recordó como Dios, en el séptimo día, tras concluir la obra de la Creación, enseñó «la importancia de dedicar un tiempo a contemplar y a gozar de lo que en el trabajo ha sido bien hecho. Hablo de trabajo, naturalmente, no sólo en el sentido del arte manual y de la profesión, sino en el sentido más amplio: cada acción con la cual nosotros los hombres y mujeres podemos colaborar a la obra creadora de Dios».
Es por tanto la fiesta «una mirada amorosa y grata sobre el trabajo bien hecho; festejamos un trabajo».
«También ustedes, recién casados, están festejando el trabajo de un lindo tiempo de noviazgo: ¡y esto es bello! Es el tiempo para ver a los hijos, o los nietos, que están creciendo, y pensar: ¡qué bello! Es el tiempo para mirar nuestra casa, los amigos que hospedamos, la comunidad que nos rodea, y pensar: ¡qué buena cosa! Dios ha hecho así cuando ha creado el mundo. Y continuamente hace así, porque Dios crea siempre, ¡también en este momento!», expresó el Pontífice. Es meritorio cuando incluso, en «circunstancias difíciles y dolorosas», los padres dan un espacio para que los hijos vivan un espacio de alegría. «¡Hay tanto amor en esto!».
La fiesta cristiana, al suspender el trabajo profesional, «recuerda que el hombre y la mujer» «han sido hechos a imagen de Dios, el cual no es esclavo del trabajo, sino Señor; por lo tanto también nosotros no debemos ser nunca esclavos del trabajo, sino ‘señores’ «.
«Finalmente, el tiempo de la fiesta es sagrado porque Dios habita en modo especial. La Eucaristía dominical lleva a la fiesta toda la gracia de Jesucristo: su presencia, su amor, su sacrificio, su hacerse comunidad, su estar con nosotros… Y es así, como cada realidad recibe su sentido pleno: el trabajo, la familia, las alegrías y los cansancios de cada día, también el sufrimiento y la muerte; todo se trasfigura por la gracia de Cristo».
El Papa concluyó su meditación resaltando que la vida familiar, cuando se mira con los ojos de la Fe, aporta más felicidad que los cansancios que ella implica. La vida familiar «nos aparece como una cosa ‘muy buena’, como Dios dice al final de la creación del hombre y de la mujer (cfr Gen 1, 31). Por lo tanto, la fiesta es un valioso regalo de Dios; un valioso regalo que Dios ha hecho a la familia humana: ¡no la arruinemos!».
Con información de Radio Vaticano
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