Redacción (Jueves, 20-08-2015, Gaudium Press) La Eucaristía es el mayor acontecimiento de la historia humana, esto es lo que ha dicho el Profesor Guzmán Carriquiry, Secretario encargado de la Vice-Presidencia de la Pontificia Comisión para América Latina, durante la conferencia que ofreció en el reciente Congreso Eucarístico y Mariano Internacional que organizó la Arquidiócesis de Piura, en Perú (Ver nota: Más de 20 mil fieles participan en Congreso Nacional Eucarístico y Mariano en Piura, Perú)
«Proclamemos todos, junto a los apóstoles en torno a Pedro, con sus sucesores, con los santos y mártires, con el magisterio perenne de la Iglesia y el ‘sensus fidei’ del pueblo de Dios, de generación en generación… que el Verbo de Dios encarnado, Jesucristo crucificado y resucitado, está verdadera, real y sustancialmente presente en la Eucaristía, en los signos del pan y del vino», destacó el representante del dicasterio vaticano al dar inicio a su intervención que llevó por título «La dimensión social de la Eucaristía».
Profesor Guzmán Carriquiry, Secretario encargado de la Vice-Presidencia de la Pontificia Comisión para América Latina / Foto: UCA. |
Para el Profesor, en cada Eucaristía «la Pascua de Cristo es evocada, re-presentada, actualizada. Todo cambia con la muerte del Verbo encarnado y su glorificación como Señor del universo entero. Es la victoria de la vida -¡la vida eterna!- contra las potencias de muerte: la victoria de la suprema libertad contra todas las cadenas de esclavitudes; la victoria del amor contra el odio y el egoísmo. Es la perfecta reconciliación del hombre con Dios, consigo mismo, con los demás hombres y con la naturaleza: la certeza y promesa de un ‘cielo nuevo y una tierra nueva’ donde no habrá más llanto ni crujir de dientes».
Expuso, además, que en la Eucaristía «participamos en un inaudito acontecimiento, el más decisivo en la vida de las personas, en la historia humana, en el destino del cosmos».
«Ser partícipes, mediante la Eucaristía, de la muerte y resurrección de Cristo, en obediencia al Padre, por gracia del Espíritu Santo, nos injerta en el dinamismo más radical y total que con-mueve el corazón de la persona, que atraviesa y guía la historia humana, que se enseñorea del cosmos entero (…) Se trata de un acontecimiento que abraza todas las dimensiones de nuestra existencia. Por eso, la dimensión personal, social, histórica y cósmica del evento son inseparables», agregó el Prof. Carriquiry.
Dijo, además, que el encuentro personal con Cristo, que se renueva en cada Eucaristía, «es la respuesta sobreabundante pero totalmente correspondiente y satisfactoria a los anhelos de verdad y amor, de felicidad y justicia, de los que está hecho el corazón del hombre».
Más adelante, al abordar el tema de la dignidad trascendente de la persona humana, el Profesor señaló que hoy es cada vez más urgente la tarea de custodiar la dignidad que trasciende, la cual «no puede ser reducida a mera célula desechable del vientre materno, a eslabón de la cadena biológica, a productor o consumidor dentro de una lógica economicista, a la sola condición de ciudadano bajo la administración del Estado, a espectador pasivo de terminales electrónicos y televisivos, a objeto de todo tipo de manipulaciones».
En este sentido, destacó que «la Eucaristía es la suprema exaltación de lo humano», puesto que, si es verdadero encuentro con Cristo, así como profunda comunión, «cambia la vida de quienes lo encuentran».
Asimismo, señaló que el encuentro eucarístico del cristiano ha de irradiar el amor de quien dio la vida por nosotros. «Aquí entramos en esta otra inseparable dimensión de la Eucaristía como Sacrificio. Sabemos que la institución de la Eucaristía y la muerte de Jesús en la Cruz, signo de su amor redentor, son, de hecho, en su significado más profundo, un único misterio. El gesto profético en la última Cena ofreciendo su cuerpo ‘entregado’ y su sangre ‘derramada’ por muchos, anticipa y presupone, así como anuncia e interpre¬ta la muerte ya inminente de cruz. La Eucaristía es el memorial de ese Sacrifi¬cio perfecto y definitivo del Verbo hecho carne. Jesús abraza todo posible sufrimiento del hombre, realmente, cargando ‘con la iniquidad de todos nosotros'», recalcó el Secretario encargado de la Vice-Presidencia de la Pontificia Comisión para América Latina.
En consecuencia -como prosiguió el profesor- «participar en la Eucaristía nos tiene que llevar, si la vivimos en toda su verdad, a amar a nuestro prójimos como los ama Jesús, con sus mismos sentimientos, con su misma disponibilidad de entrega y servicio».
«Nos quiere Jesús como sus colaboradores para la liberación del mundo por piedad hacia los hombres. ‘Este es el gran tiempo de la misericordia. No lo olviden: éste es el gran tiempo de la misericordia», puntualizó citando palabras del Papa Francisco.
Con información de la Pontificia Comisión para América Latina.
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