Río de Janeiro (Lunes, 17-08-2009, Gaudium Press) Por primera vez como arzobispo, Mons. Orani João Tempesta ordenó en la mañana de este sábado a tres nuevos Sacerdotes de la arquidiócesis de Río de Janeiro: Alexandro Tarquino da Silva, Alan Soares Delgado y Rafael José da Silva Xavier. La ceremonia fue celebrada a las 9:00 horas, en la iglesia de Santa Ana.
Los tres nuevos sacerdotes fueron formados en el seminario de la arquidiócesis de Río – el Seminario San José – hoy con 125 seminaristas y 270 años de tradición. Después de la ordenación del sábado, la arquidiócesis completa 337 sacerdotes del clero secular y 297 del clero de las diversas congregaciones de religiosos.
Biografías
De familia protestante, Alexandro, 31 años, pasó la infancia y parte de la adolescencia como miembro de la Iglesia Asamblea de Dios. Joven, conoció la Iglesia Católica, más precisamente en la Iglesia de Santa Teresita del Niño Jesús, en Tijuca, de los Padres Carmelitas. Fue en esa parroquia que hizo el camino de la iniciación cristiana, recibiendo los sacramentos del Bautismo, Eucaristía y Crisma. Durante la caminata, sintió el llamado vocacional al sacerdocio. Después de participar del Grupo Vocacional Arquidiocesano, GVA, ingresó al Seminario San José, a los 22 años.
Alan, de 30 años, cuenta que oyó el llamado vocacional alrededor del año 1998. Según él, cuando era niño nunca pensó en ser sacerdote. Muy por el contrario, tenía mucha resistencia en ir a la iglesia, e inició la catequesis más de una vez sin conseguir terminar. Al recibir la Primera Eucaristía no perseveró, pero, en la preparación para el Crisma, por incentivo de su tía, en 1997, la situación cambió. Poco a poco se envolvió en la vida eclesial y entendió el sentido de la liturgia. Durante el mes vocacional, en aquel año, el programa radiofónico del padre Marcelo Rossi transmitió testimonios de diversos sacerdotes sobre el llamado vocacional y eso maduró más su vocación. Más tarde, ingresó al Seminario San José, en 2000.
Criado en la «Baixada Fluminense», Rafael, hoy con 28 años, participó aún de niño de la parroquia San Antonio, donde realizó la preparación para la Primera Eucaristía y fue monaguillo. En ese tiempo, exactamente, dijo que sintió por primera vez el deseo de ser sacerdote. Sin embargo, en la adolescencia se alejó de esa idea. Pensó, entonces, en ser chofer de ómnibus, bombero y dibujante, entre otras profesiones. En la juventud, entretanto, reencontró aquel primer llamado. Alejado de la Iglesia desde la Primera Comunión, por insistencia de un amigo, ingresó a un grupo joven, cuando sintió el llamado vocacional nuevamente y, en el año 2000, ingresó al Seminario San José.
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