Ciudad del Vaticano (Miércoles, 09-09-2015, Gaudium Press) Los Obispos portugueses que están en Roma para la visita «Ad Limina Apostolorum», realizada cada cinco años, fueron recibidos en Audiencia por el Papa Francisco en el cierre de esa su estadía en la Ciudad Eterna, este lunes 07.
En la ocasión Francisco ofreció a los cuarenta obispos de la Conferencia Episcopal de Portugal un discurso en el cual elogia el crecimiento de la sinodalidad como estilo de vida pastoral en sus iglesias particulares, entre otros elogios.
Francisco subrayó que en los informes ofrecidos por los obispos cada cinco años apuntan que la Iglesia en Portugal tiene más luces que sombras y que su vida es serena, guiada por el sentido común, que es oída por la mayoría de la población.
En el discurso Francisco además constata «con satisfacción» que el episcopado está unido, los sacerdotes preparados espiritual y culturalmente, con consagrados que colaboran en la pastoral de conjunto y laicos que expresan la presencia eficaz de la Iglesia.
Para el Papa, «el pueblo portugués es bueno, hospitalario, generoso y religioso, ama la paz y quiere la justicia» e incentiva a los obispos a proseguir en el empeño de una constante y metódica evangelización.
«Con viva confianza en Dios, no perdáis el coraje delante situaciones que suscitan perplejidad y os causan amargura», exhorta Francisco.
Jóvenes
Para el Papa, «la Iglesia en Portugal precisa de jóvenes capaces de dar respuesta a Dios que los llama, para que vuelvan a haber familias cristianas estables y fecundas, para que vuelvan a haber consagrados y consagradas que cambian todo por el tesoro del Reino de Dios, para que vuelvan a haber sacerdotes inmolados con Cristo por sus hermanos y hermanas. Tenemos tantos jóvenes desocupados y el Reino de los Cielos decae de operarios y servidores… Jesús camina con el joven…»
Empeño renovado
El Papa concluye su discurso a los obispos portugueses con una nueva exhortación:
«Retomad con empeño renovado vuestro camino, llevando a todos la certeza de mi fraterna solidaridad y empatía. Comparto vuestras ansias y vuestras esperanzas, vuestras preocupaciones y vuestras alegrías; con vosotros y por vosotros invoco a la Virgen Santísima, para la cual no cesen de tender vuestros corazones con amor filial». (JSG)
(De la Redacción de Gaudium Press, con informaciones de RV)
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