Ciudad del Vaticano (Martes, 15-09-2015, Gaudium Press) Hoy fue dado a conocer el mensaje del Papa Francisco con ocasión de la XXIV Jornada Mundial del Enfermo, que lleva como título «Confiar en Jesús Misericordioso como María: ‘Haced lo que Él os diga’ » (Jn 2, 5). La Jornada Mundial del enfermo se celebra tradicionalmente todos los 11 de febrero, día de la Virgen de Lourdes, en cuyo santuario en Francia se han operado numerosas curaciones milagrosas.
La enfermedad, expresa el Papa en el comunicado, siempre pone «en crisis la existencia humana y trae consigo interrogantes que excavan en lo íntimo. El primer momento a veces puede ser de rebelión: ¿Por qué me ha sucedido justo a mí? Se puede entrar en desesperación, pensar que todo está perdido y que ya nada tiene sentido…»
Santa Isabel de Hungría cura a un enfermo Óleo de Lucas Valdés, Museo de Bellas Artes, Sevilla |
Es en esos momentos en que «por un lado la fe en Dios es puesta a la prueba, pero al mismo tiempo revela toda su potencialidad positivo. No porque la fe haga desaparecer la enfermedad, el dolor, o los interrogantes que derivan de ello; sino porque ofrece una clave con la cual podemos descubrir el sentido más profundo de lo que estamos viviendo; una clave que nos ayuda a ver de qué modo la enfermedad puede ser el camino para llegar a una cercanía más estrecha con Jesús, que camina a nuestro lado, cargando la Cruz. Y esta clave nos la proporciona su Madre, María, experta de este camino».
La Virgen en las Bodas de Caná fue la «mujer atenta», que se da cuenta de la necesidad y que se dirige a Jesús para que él la solucione. A su vez Jesús es Aquel que, como en Caná, «socorre al que está en dificultad y en la necesidad». «La petición de María, durante el banquete nupcial, sugerida por el
Espíritu Santo a su corazón materno, hizo surgir no sólo el poder
mesiánico de Jesús, sino también su misericordia». En ese sentido «en la solicitud de María se refleja la ternura de Dios», una ternura que «se hace presente en la vida de muchas personas que se encuentran al lado de los enfermos y saben captar sus necesidades, aún las más imperceptibles, porque miran con ojos llenos de amor. ¡Cuántas veces una madre a la cabecera de su hijo enfermo, o un hijo que se ocupa de su padre anciano, o un nieto que está cerca del abuelo o de la abuela, pone su invocación en las manos de la Virgen!»
«En esta Jornada Mundial del Enfermo podemos pedir a Jesús misericordioso, a través de la intercesión de María, Madre suya y nuestra, que conceda a todos nosotros esta disponibilidad al servicio de los necesitados, y concretamente de nuestros hermanos y de nuestras hermanas enfermas. A veces este servicio puede resultar fatigoso, pesado, pero estamos seguros que el Señor no dejará de transformar nuestro esfuerzo humano en algo divino. También nosotros podemos ser manos, brazos, corazones que ayudan a Dios a realizar sus prodigios, con frecuencia escondidos. También nosotros, sanos o enfermos, podemos ofrecer nuestras fatigas y sufrimientos como el agua que llenó las tinajas en las bodas de Caná y fue transformada en el vino más bueno. Con la ayuda discreta a quien sufre, tal como en la enfermedad, se toma en los propios hombros la cruz de cada día y se sigue al Maestro (cfr Lc 9,23); y aunque el encuentro con el sufrimiento será siempre un misterio, Jesús nos ayudará a revelar su sentido», expresó el Pontífice.
El Papa concluye su mensaje instando a «seguir la voz de Aquella que dice también a nosotros: ‘Haced lo que Él os diga’ «. El Señor «transformará siempre el agua de nuestra vida en vino apreciado». «A todos los que están al servicio de los enfermos y de los que sufren, deseo que sean animados por el espíritu de María, Madre de la Misericordia. ‘La dulzura de su mirada nos acompañe en este Año Santo, a fin de que todos podamos descubrir la alegría de la ternura de Dios’ «.
Con información de Radio Vaticano
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