Ciudad del Vaticano (Miércoles, 16-08-2015, Gaudium Press) En su última catequesis sobre el tema del matrimonio y la familia, hoy en la Audiencia General junto a miles de peregrinos en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco meditó algunos pasajes del génesis y de cartas del Apóstol Pablo que hablan del amor de Dios hacia los hombres.
Expresó el Papa que «la creación de Dios no es una simple premisa filosófica: ¡es el horizonte universal de la vida y de la fe! No hay un designio divino diverso de la creación y de su salvación. Es por la salvación de la creatura -de cada creatura- que Dios se ha hecho hombre: ‘por nosotros los hombres y por nuestra salvación’, como dice el Credo. Y Jesús resucitado es el ‘primogénito de cada creatura’ (Col 1,15)».
Foto: Rome Reports |
El Pontífice se refirió también al pecado original: «El rechazo de la bendición de Dios llega fatalmente a un delirio de omnipotencia que arruina cada cosa. Es lo que llamamos «pecado original». Y todos venimos al mundo con la herencia de esta enfermedad».
El Papa Francisco recordó, entretanto, que después de incurrir en el rechazo de Dios por su desobediencia, Dios mismo anuncia al género humano una bendición, que comúnmente se asocia a la Virgen Madre del Mesías: «A pesar de eso, no somos malditos, ni abandonados a nosotros mismos. La antigua narración del primer amor de Dios por el hombre y la mujer, ¡tenía ya páginas escritas con fuego, al respecto! «Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo» (Gen 3,15a). Son las palabras que Dios dirige a la serpiente engañadora, encantadora. Con estas palabras Dios marca a la mujer con una barrera protectora contra el mal, a la cual ella puede recurrir -si quiere- por cada generación. Quiere decir que la mujer tiene una secreta y especial bendición, ¡para la defensa de su creatura del Maligno! Como la Mujer del Apocalipsis, que corre a esconder el hijo del Dragón. Y Dios la protege (cfr Ap 12,6)».
Insistió el Papa en el designio amoroso de Dios hacia los hombres: «…la Biblia nos dice que antes de alejarlos del jardín del Edén, Dios hace al hombre y a la mujer túnicas de piel y los viste (cfr Gen 3,21). Este gesto de ternura significa que también en las dolorosas consecuencias de nuestro pecado, Dios no quiere que nos quedemos desnudos y abandonados a nuestro destino de pecadores. Esta ternura divina, este cuidado hacia nosotros, la vemos encarnada en Jesús de Nazaret, Hijo de Dios «nacido de mujer» (Gal 4,4). Y siempre san Pablo dice todavía: «mientras éramos todavía pecadores, Cristo ha muerto por nosotros» (Rom 5,8). Cristo, nacido de mujer, de una mujer. Es la caricia de Dios sobre nuestras llagas, sobre nuestros errores, sobre nuestros pecados».
Concluyó el Papa su meditación, bendiciendo a las «familias de cada rincón de la tierra», y pidiendo que todas las naciones se reconozcan objeto de la bendición de Dios hecha al inicio de los tiempos.
Con información de Radio Vaticano
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