Puerto Alegre – Río Grande del Sur (Miércoles, 30-09-2015, Gaudium Press) «Teresa: la errante de Jesús» es el primero de una serie de cuatro artículos sobre Santa Teresa escrito por Mons. Leomar Brustolin, Obispo Auxiliar de Puerto Alegre, en Río Grande del Sur, Brasil. Él inicia la reflexión recordando que, en octubre, finalizan las celebraciones del quinto centenario de nacimiento de Santa Teresa, un signo de memoria y gratitud por las maravillas que el Señor realizó en la mística de Ávila.
Además de eso, el Prelado destaca que las celebraciones indican que el mensaje de Santa Teresa está vivo y es capaz, aún hoy, de suscitar peregrinos en el camino que ella misma trilló. Según él, para Teresa el camino es una imagen muy querida, pues en sus obras, ella recurre más de 600 veces a las palabras: «camino» y «caminar».
Para la santa, esos términos tienen doble sentido: exterior e interior. Conforme Mons. Brustolin, caminamos por el mundo, en el tiempo y el espacio, y recorremos también las vías de nuestro yo más profundo, buscando el sentido de ser y existir, y esa imagen refleja el dinamismo del pensamiento teresiano: ella misma será llamada, hasta críticamente, de «errante».
«¿Una contemplativa errante? Sí, en Teresa, la paradoja encuentra la síntesis. Ella camina apresuradamente en dirección al Señor, pero no es nerviosa, tiene prisa, como hizo María para ir al encuentro de Isabel. Es un éxodo, un salir de sí, guiada por el encuentro con el misterio divino que le comunicó algo maravilloso. Nada puede retener esas mujeres de Dios. La Madre del Señor corre a las montañas de Judea para llevar, en el vientre, el Verbo hecho carne que sería precedido por Juan Bautista», completa el Obispo.
De acuerdo con el Prelado, Teresa recorre España, llevando en el corazón al amigo y compañero perfecto, haciendo que sus hijas, las monjas, se aproximen a Cristo. El Obispo explica que, mientras la Virgen María era «llevada» por Dios y al mismo tiempo caminaba cargando Cristo, Santa Teresa tenía consciencia que no caminaba sola. Decía: «Caminemos juntos, Señor: andaré donde andares, y por donde fueres, iré también yo.» (Camino de Perfección 26,6).
«Lo que movía a Teresa era un deseo incontenido de Dios. Deseo: una palabra tan ambigua en nuestros tiempos. Hay tantos deseos egoístas, que manipulan a los otros, compran sentimientos y pretenden satisfacer la sed de plenitud. Pero nada consiguen y, al final, resta el vacío. Teresa desea su Señor. La etimología de la palabra deseo viene del latín: desideribus, y puede designar de-sideribus, esto es, además de las estrellas, o lo que viene de las estrellas; remite al concepto de transcendencia», resalta.
Por último, Mons. Brustolin enfatiza que ir más allá de las estrellas, metafóricamente, es encontrar a Dios. Según él, Teresa camina para más allá de las estrellas, pues su deseo está centrado en el Señor del camino, aquel que ella misma quiere alcanzar.
«Ella desea superar todo deseo para encontrar aquel que todo corazón humano busca, incluso sin tener consciencia. Por eso, Teresa se coloca en camino, en una estrada hasta entonces desconocida, y solo así abre accesos nuevos en la busqueda de Dios. Mientras ella camina en busca del Amado, en la misma vía él va a la búsqueda de Teresa. Ella es la Teresa de Jesús, y él es el Jesús de Teresa», concluye. (FB)
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