Bangui (Lunes, 05-10-2015, Gaudium Press) República Centroafricana, uno de los países que el Papa Francisco planea visitar en el mes de noviembre, vive una situación de notable inestabilidad en medio de una guerra civil que comenzó en 2012 y llevó a un clima generalizado de anarquía. En medio del conflicto la Iglesia en Bangui acoge a una oleada de más de cinco mil personas refugiadas, que son recibidas en parroquias e instituciones católicas.
Mons. Dieudonné Nzapalainga visita refugiados en República Centroafricana. Foto: Cáritas Internationalis / Matthieu Alexandre. |
El propósito del Arzobispo de Bangui, Mons. Dieudonné Nzapalainga es mitigar el sufrimiento de la población. El prelado alertó sobre la ausencia de medidas eficaces por parte de la comunidad internacional para abordar la crisis humanitaria: «A veces uno tiene la impresión de que es más bien pasiva o incapaz». Los toques de queda impuestos por las fuerzas de paz de la ONU no son acatados y los grupos antibalaka aumentan las propuestas reclamando representar la voluntad de la población, como se lo han notificado personalmente al Arzobispo según información divulgada por L’Osservatore Romano.
Según el diario vaticano, el nivel de inseguridad obligó a posponer las votaciones de un referéndum constitucional planeado para el 04 de octubre. Las elecciones presidenciales y legislativas previstas para el día 18 de octubre serían aplazadas hacia final del año. Las fuerzas de paz de la ONU impidieron la ocupación de plazas y la elaboración de barricadas de una manifestación popular antibalaka que consiguió llegar al centro de la ciudad a poca distancia del palacio presidencial.
El país continúa entonces en situación de grave inestabilidad en medio de los enfrentamientos de milicias radicales islámicas Seleka que lograron en su momento un importante control territorial y sobrepasaron la capacidad de reacción de las autoridades y las milicias «antibalaka» que reclaman una identidad cristiana y que surgieron como reacción a las acciones de los grupos rebeldes.
Con información de L’Osservatore Romano.
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