Aparecida – (Viernes, 06-11-2015, Gaudium Press) «Estamos ahora felices con la noticia que me fue dada por mi venerable hermano Mons. Fray Diamantino Prata de Carvalho, OFM, DD. Obispo de la Campaña, que adquirió un amplio y bonito terreno para la construcción del Santuario amplio para la devoción en honor de la Beata Nhá Chica», dijo el Cardenal Arzobispo de Aparecida, en Brasil, Mons. Raymundo Damasceno Assis.
En un artículo comentando la obtención de un espacio en donde será construido el Santuario dedicado a Francisca de Paula de Jesús, o Nhá Chica, el Cardenal Damasceno inició su texto describiendo algunos acontecimientos que hicieron parte de la historia de la beata.
«Fue bautizada en el año 1810, conforme el libro de registros de la parroquia, en la capilla de San Antonio donde se encuentra la pila bautismal en la cual fue bautizada. Francisca tuvo apenas un hermano, Theotônio Pereira do Amaral, que nació probablemente 4 años antes, en 1804. La familia se mudó a Baependi y se instaló en una casita en la Rua das Cavalhadas, hoy Rua da Conceição. En esta casa iría a vivir la mayor parte de su vida la Sierva de Dios», contó.
Según el purpurado, «poco tiempo después murió doña Izabel, y Nhá Chica se quedo huérfana, con apenas diez años». Y aunque pudiese acompañar a su hermano u optar en seguir el matrimonio, «prefirió vivir en su casita y dedicarse a Dios y a las personas más necesitadas».
«Muriendo, su madre le recomendara la vida solitaria, para practicar mejor la caridad y conservar la fe Cristiana. Siguiendo ese consejo ella no dejó la casa donde vivía, recusando la invitación del hermano que la llamaba para su compañía. Creció aislada del mundo, dedicándose a la caridad y a la Fe. Hombres de su tiempo le pidieron matrimonio, pero rechazó a todos. Se tornó hasta muy amiga del que más insistiera, agradecida por sus buenas intenciones», recordó.
Mons. Damasceno destacó además que Nhá Chica siempre fue «una fiel sierva de Dios llena de Fe. Pero ella respondía diciendo: «Yo repito lo que me dice Nuestra Señora y nada más: yo rezo a Nuestra Señora, que me oye y me responde». «Nunca sentí la necesidad de aprender a leer», decía ella. «Solo desee oír leer las escrituras santas; alguien me hizo ese favor, quede satisfecha». Además otra gran devoción poblaba el corazón de Nhá Chica. Guardaba especial devoción a las tres horas de agonía, y los viernes se recogía en oración».
Todavía, prosiguió el Cardenal, Nhá Chica intentó realizar lo que ella decía ser un pedido de Nuestra Señora, que sería la construcción de una Capilla. «Era un emprendimiento demasiado caro para una mujer pobre de aquel tiempo, además siendo hija de una esclava. Ella salía, entonces, por el vecindario, pidiendo ayuda para la construcción. A los pocos, la noticia corrió y luego comenzó a recibir de todas partes limosnas para este fin. Ella pudo también usar la herencia que recibió de su hermano, y su obra llegó a buen término. La construcción fue iniciada en el año 1865. Cuando ya tenía una cierta cantidad, Nhá Chica recibió la orden de Nuestra Señora para dar inicio a los trabajos. La ornamentación fue casi toda dorada: imágenes, implementos, vasos, lámparas y hasta un órgano», explicó.
Después de fallecer, el 8 de julio del año 1888, fue reconocido uno de sus milagros que permitió el inicio del proceso de su beatificación: la cura de un grave problema de nacimiento en el corazón de la profesora jubilada Ana Lúcia Meirelles Leite, de Caxambu, en Minas Gerais, Brasil.
Y entonces, el municipio minero celebró el 4 de mayo del año 2013 la ceremonia preparada por la Iglesia Católica para oficialización de la beatificación de Nhá Chica, «la laica Francisca Paula de Jesús, primera negra a ser declarada beata en el Brasil». (LMI)
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