viernes, 22 de noviembre de 2024
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"Los cristianos, en la ciudad, son llamados a brillar como ‘luz del mundo’": Cardenal Vallini

Roma (Lunes, 09-11-2015, Gaudium Press) El pasado 5 de noviembre, en la Basílica de San Juan de Letrán el Cardenal Agostino Vallini, Vicario del Papa para la Diócesis de Roma, presentó la «Carta a la Ciudad», que la diócesis romana ha escrito para los hombres y mujeres que viven en la Ciudad Eterna. El documento, fruto del trabajo madurado durante un año y medio, está firmada por el purpurado y el Consejo Pastoral Diocesano.

«Los cristianos, en la ciudad, son llamados a brillar como ‘luz del mundo’ y ‘lámpara que ilumina a todos aquellos que son en la casa’. Así testimoniamos la vida nueva y gloriosa de los hijos de Dios. Esta es la primera y fundamental misión de la Iglesia de Roma, que ‘preside en la caridad'», inicia el documento, que luego prosigue: «Con esta carta deseamos preguntar: ¿estamos de verdad a la altura de este testimonio en neutra ciudad de Roma? ¿Qué cosa podemos hacer para responder mejor a la llamada del Señor, que nos quiere ‘luz del mundo’?».

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El documento, fruto del trabajo madurado durante un año y medio, está firmada por el Cardenal Vallini y el Consejo Pastoral Diocesano.

Más adelante, el Vicariato hace un llamado a la renovación espiritual: «Las luces y las sombras del momento presente nos solicitan, como Iglesia, a participar en un nuevo tiempo de renovación espiritual, de evangelización, de responsabilidad cultural y de empeño social, sostenidos de la fuerza de la fe, para llegar a las periferias geográficas y existenciales de nuestra ciudad».

Un punto importante es el Jubileo de la Misericordia, que tendrá justamente como epicentro a la capital Italiana: «El Jubileo de la Misericordia, ya inminente, es un don que la Iglesia de Roma intenta compartir con las mujeres y los hombres que viven en la ciudad. Queremos que sea, sobre todo, un tiempo consagrado a Dios para restituir ‘paz a los hombre que Dios ama’ (Lc 2,14). Un tiempo en el cual se pongan en orden todas las relaciones humanas, y se le dé un nuevo impulso y pasión a la regeneración de la vida social», sobre todo en tiempo de crisis social y económica.

El texto también aborda la crisis que enfrenta la ciudad, pero que pese a ella, hay signos de esperanza: «No obstante los signos de la crisis, Roma conserva maravillosos talentos por desarrollar como lugar de encuentro, de reconciliación, de diálogo, de promoción del crecimiento integral de la persona y de la reciprocidad social»

En otro momento, la carta también aborda el importante papel de la Iglesia en la sociedad romana: «Queremos mencionar el rol de la Iglesia. En primer lugar, por supuesto, la persona del Papa quien cotidianamente habla a la ciudad y al mundo, y con su presencia recoge multitud de peregrinos y turistas, de fieles y no creyentes, en torno a su palabra. Pero no podemos olvidar las numerosas realidades eclesiales presentes y que obran en el territorio: parroquias, comunidades religiosos, movimientos y asociaciones eclesiales, escuelas católicas y universidades, hospitales y casas de ancianos, organizaciones de caridad, etc.»

Como desafíos que han de enfrentarse, el Vicariato llama a los ciudadanos a «abordar con decisión los desequilibrios profundos económicos, sociales y culturales», sobre todo la problemática de las familias pobres, de los ancianos en soledad, del desempleo entre los jóvenes y los migrantes.

Entre los retos, también está el de la educación, como se subraya en la carta: «La primera tarea de una comunidad que se preocupa por el futuro es el compromiso con la educación cultural y moral. No es por casualidad que la Iglesia italiana haya escogido como objetivo pastoral del decenio el compromiso por ‘Educar en la vida buena del Evangelio'».

Asimismo, desde el Vicariato se hace un llamado para que se forme «pacientemente la clase dirigente del mañana». «La complejidad de los problemas que una metrópoli como Roma debe afrontar, reclama una clase dirigente competente y dedicada al bien común», se destaca en el documento.

Al concluir, la carta habla de la importante oportunidad que será para Roma el Año Santo de la Misericordia: «En este momento de grandes cambios, el Jubileo de la Misericordia es una gracia para la iglesia y para cada cristiano. Todos estamos llamados -como afirmó el Papa- ‘a ofrecer más fuerte los signos de la presencia y la cercanía de Dios. Este no es el tiempo para las distracciones, al contrario, para permanecer vigilantes y para despertar en nosotros la capacidad de mirar lo esencial. Es el tiempo para que la Iglesia reencuentre el sentido de la misión que el Señor le concedió el día de la Pascua: ser signo e instrumento de la misericordia del Padre».

Con información del Vicariato de la Diócesis de Roma.

 

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