sábado, 23 de noviembre de 2024
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La raíz perversa de la mundanidade destruye la identidad cristiana, afirma el Papa Francisco

Ciudad del Vaticano (Martes, 17-11-2015, Gaudium Press) Ayer lunes, Francisco celebró su usual misa matutina en la capilla de la Casa Santa Marta.

En su homilía él comentó la primera lectura que es tomada del Primer Libro de los Macabeos. Ella habla de una «raíz perversa» que surgió en aquellos días: el rey helenista Antíoco Epífanes impone los hábitos paganos a Israel, al «Pueblo electo», esto es, a la «Iglesia de aquel momento».

El Papa describió «la imagen de la raíz que está bajo tierra», mostrando la «fenomenología de la raíz»: «No se ve, parece no machucar, pero después crece y muestra la propia realidad».

Francisco muestra que se trataba de «una raíz razonable». Ella impulsaba a algunos israelitas a que se aliaran con las naciones vecinas para protegerse: ¿»Por qué tantas diferencias? Porque desde que nos separamos de ellos, muchos males cayeron sobre nosotros. Unámonos a ellos».

Mundanidad, apostasía, persecución

El Papa explicó esta lectura con tres palabras: «Mundanidad, apostasía, persecución». La mundanidad es hacer aquello que hace el mundo. Es decir: «Vamos a subastar nuestra tarjeta de identidad; somos iguales a todos». Así, muchos israelitas «renegaron la fe y se alejaron de la alianza sagrada». Y aquello «que parecía tan razonable -‘somos como todos, somos normales’- se tornó la destrucción»:

Apostasía

«Después el rey prescribió en todo su reino que todos formasen un solo pueblo, un pensamiento único; la mundanidad, y que cada uno abandonase las propias costumbres. Todos los pueblos siguieron las órdenes del rey; aún muchos israelitas aceptaron su culto: sacrificaron a los ídolos y profanaron el sábado. La apostasía, o sea, la mundanidad lleva al pensamiento único y a la apostasía. Las diferencias no son permitidas: todos son iguales.»

Persecución

En Israel fueron quemados los libros de la ley «y si alguien obedecía la ley, la sentencia del rey lo condenaba a la muerte».

«Es la persecución, iniciada de una raíz venenosa. Siempre me llamó la atención», dijo el Papa, «que el Señor, en la última cena, en aquella larga oración rezase por la unidad de los suyos y pedía al Padre que los liberase de todo espíritu del mundo, de toda mundanidad, porque la mundanidad destruye la identidad; la mundanidad lleva al pensamiento único»:

Como se inicia todo

«Comienza de una raíz, pero es pequeña, y termina en la abominación de la desolación, en la persecución. Este es el engaño de la mundanidad. Por eso, Jesús pedía al Padre, en aquella cena: Padre, no te pido que los saques del mundo, sino que los protejas del mundo», de esta mentalidad, de este humanismo que viene a tomar el lugar del hombre verdadero, Jesucristo, que viene a sacarnos la identidad cristiana y nos lleva al pensamiento único.

Cristiano o mundano

‘Todos hacen eso, ¿por qué nosotros no? ‘. En esos tiempos, eso nos debe cuestionar: ¿como es mi identidad? ¿Es cristiana o mundana? O me declaro cristiano porque cuando niño fui bautizado o nací en un país cristiano, donde todos son cristianos? La mundanidad que entra lentamente, crece, se justifica y contagia: crece como aquella raíz, se justifica – ‘pero hagamos como todos, no somos tan diferentes’ -, busca siempre un justificativo y, al final, contagia y tantos males vienen de allí».

Francisco finalizó sus palabras recordando que «la liturgia, en estos últimos días del año litúrgico» nos exhorta a prestar atención en las «raíces venenosas» que «alejan del Señor». (JSG)

(De la Redacción de Gaudium Press, com informaciones de RV)

 

 

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